El miércoles pasado, 14 de agosto del presente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) decretó una emergencia de salud pública de importancia internacional, tras haber registrado cerca de 20 mil contagios y más de 500 muertes en lo que va de 2024 debido a un brote de mpox, conocida hasta hace unos años como viruela símica o del mono. Como la influenza y el COVID-19, se trata de una enfermedad zoonótica; es decir, que han dado el salto de un vector animal al ser humano. Los virus necesitan un organismo huésped para replicarse y propagarse a nuevos portadores, su supervivencia requiere de una evolución constante para evadir el sistema inmunológico de una especie. Esa evolución ha permitido que los virus se muevan entre animales y humanos desde hace milenios. Hoy en día, casi el 75% de las nuevas enfermedades humanas contagiosas son zoonóticas y la mayoría se originan en regiones tropicales del mundo. En 1970 se notificó el primer caso humano de viruela símica, en un niño de 9 meses de la República Democrática del Congo (RDC).
Ahora, la viruela es una de las enfermedades más letales que ha existido desde hace al menos 5 mil años, bautizada así por las pústulas que provoca en la piel. Junto a sus epidemias durante el siglo XX, los brotes masivos en los siglos XV y XVI, y la invasión europea a los imperios mesoamericanos y andinos, acumularía más de 500 millones de muertes. Con el descubrimiento e invención de la vacuna a finales del siglo XVIII, la viruela humana fue la primera enfermedad erradicada en 1980, tras una exitosa campaña de vacunación mundial. Pero el cese de esta vacunación también ha contribuido a que el mpox se convierta en un problema de salud global. La viruela y el mpox son causados por virus que pertenecen a la misma familia Poxviridae, por lo que el mayor riesgo posible estaría presente en niños, jóvenes y adultos menores de 50 años.
Típicamente la viruela símica ha sido curable y la mayoría de los contagiados se recuperan sin gravedad o riesgo de muerte; pero la OMS alerta al mundo a raíz del descubrimiento de una nueva cepa, más contagiosa y agresiva. Desde enero de 2022 y hasta junio de 2024, se han acumulado casi 100 mil casos confirmados y cientos de muertes. El mayor número corresponde a la RDC en África Central, con más del 90% de los casos y decesos. En México, del 1 de enero hasta el 14 de agosto de este mismo año, el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica ha notificado 212 casos, de los cuales 49 han sido confirmados: 29 en la CDMX, 7 para Quintana Roo, 3 en Jalisco, 2 para Morelos y Puebla, con uno solo el Estado de México, Nuevo León, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala y Veracruz. En Tabasco, todavía ninguno.
El mpox se caracteriza por los clados genéticos I y II; grupos de virus con un mismo antepasado, que han evolucionado por décadas con diferencias genéticas y clínicas propias. El clado II fue responsable de la emergencia sanitaria mundial declarada en 2022, hace dos años exactamente. Pero el nuevo brote está impulsado por el subtipo Ib, que causa una enfermedad más grave y es responsable de la mayor parte de la emergencia actual. Aunque existen algunas vacunas para su prevención, el suministro disponible es muy escaso y limitado, debido a que se trataba de una enfermedad endémica y localizada solo para esta región africana. La Dirección General de la OMS ya ha iniciado gestiones con países desarrollados, grandes inversionistas y farmacéuticas transnacionales para acelerar y completar el desarrollo, producción y distribución a gran escala de estos biológicos, promoviendo una vacunación mundial emergente, anticipando mutaciones más letales que podrían provocar escenarios pandémicos en un futuro cercano, diezmando una población desprevenida y sin vacunas como sucedió con el COVID-19.
Mientras, como con cualquier otra enfermedad contagiosa, la mejor protección será la información fidedigna, la mesura y las medidas preventivas de higiene, el menor contacto y la sana distancia entre sanos y enfermos. ( drulin@datametrika.com/Investigador Titular, UJAT/Director General, Datametrika Co.)