Fue el 25 de noviembre de 1960 cuando las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal fueron brutalmente asesinadas por las fuerzas militares de Rafael Leónidas Trujillo, dictador de República Dominicana en ese momento, luego de que regresaran de visitar a sus esposos, quienes estaban encarcelados por ser opositores al régimen. No fue sino hasta 1981, veintiún años después, que colectivos feministas latinoamericanos oficializaron la conmemoración del evento y hasta 1999, otros dieciocho más tarde, que la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió emitir una resolución con la que promovió a nivel global el debate sobre la violencia contra las mujeres y la adopción de legislaciones y políticas públicas para combatirla y prevenirla. Sin embargo, México es hoy, uno de los países que registran las peores estadísticas en la materia.
A pesar de que entre 1993 y 2005 Ciudad Juárez atrajo la atención nacional e internacional por el elevado número de mujeres (se calcula que fueron cerca de 400) y la forma brutal en la que allí fueron tratadas, primero, y asesinadas, después, no fue sino hasta 2012 que el feminicidio fue reconocido como delito. Y fue hasta 2015 cuando se inició el levantamiento oficial de estadísticas. En ese año, se contabilizaron 413 casos.
En 2023, la cifra se elevó a 833, pero en 2021 se había alcanzado la mayor cifra, 982. Si bien el año pasado la tendencia se redujo en casi un quince por ciento respecto de 2022, cada mes 69 mujeres fueron víctimas del odio. De enero a octubre de este año, la cifra de mujeres ultimadas es de 667, con un promedio de 66 mensuales. De mantenerse la tendencia, el año podría cerrar con un registro de 800 mujeres asesinadas. Puebla es la séptima entidad con mayor número de registros, este año, con 39 y con una tasa de 1.08 feminicidios por cada cien mil habitantes, encima de la tasa nacional, que es de 0.99.
Los registros oficiales sobre violaciones constituyen otra de las estadísticas de la vergüenza nacional. Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el número de estos atentados sexuales se ha mantenido alto desde 2016, cuando se registraron 3,929 casos. El año pasado, la cifra fue de 3,567, con un promedio de 297 casos al mes, es decir, casi diez violaciones diarias. De enero a octubre de este año, fueron 2,881 las violaciones que quedaron contabilizadas. Esto es, un promedio de 288 al mes. De continuar las cosas como hasta ahora, probablemente se presente una reducción en el número de casos, respecto del año pasado, pero no de manera significativa, acaso un tres por ciento.
Datos obtenidos por la Red por los Derechos de la Infancia en México en el Registro de Lesiones de la Secretaría de Salud señalan que en 2023, 9,208 menores de dieciocho años fueron atendidos en los hospitales del país por violencia sexual; esto es, un promedio de 26 niñas y niños por día. La cifra, menor que la de 2022, que fue de 9,929 no representa una tendencia positiva, pues en ese año fueron 27 los menores que tuvieron que recibir atención médica por abusos. Nueve de cada diez menores abusados fueron mujeres.
Los datos sobre violencia de pareja también son escalofriantes. Entre enero y octubre de este año, 232,248 casos fueron denunciados, esto es 23,224 actos violentos por mes. La tendencia supera a la del año anterior: hasta ahora, todos los días 774 mujeres presentan quejas por violencia, mientras que en 2023, el registro fue de 718 por día. Conviene destacar que las cifras oficiales dan cuenta únicamente de los hechos que son denunciados. Diversas organizaciones civiles sostienen que es probable que por cada caso denunciado haya otros diez o quince que nunca se conocen. Se debe agregar, además, que la mayoría de los ataques provienen de familiares y amigos cercanos. En resumen, la gran mayoría de las mujeres mexicanas se desenvuelven en ambientes tóxicos. Se sigue, entonces, que las políticas públicas tendientes a generar desarrollo deberían ser pensadas y diseñadas y evaluadas desde los núcleos familiares, epicentros de la vida social. Esto no ocurre.
El 1 de septiembre, Claudia Sheinbaum declaró, al asumir la presidencia, que no llegaba sola, que con ella llegaban todas las mujeres del país al poder. No se entiende, entonces, por qué el Instituto de la Mujer, que adquirirá el rango de secretaría próximamente, recibirá el año próximo un presupuesto que es menor en casi cinco por ciento al que se le asignó este año.