La población mexicana actualmente, según el INEGI, es de cerca de los 129 millones, 67 de los cuales son mujeres, esto es, el 52%. Hoy, 8 de marzo, dedicado internacionalmente a las mujeres, me parece pertinente destacar aspectos de la realidad que afronta la gran mayoría de las mujeres mexicanas, que requerirían ser atendidas de inmediato, especialmente cuando es muy posible que la presidencia la ocupe pronto una mujer.
Tres problemas que afectan seriamente a las mujeres de México. Los datos indican que, de entre los múltiples asuntos graves que aquejan a las mujeres, las políticas públicas deberían prestar atención inmediata al feminicidio, al embarazo adolescente y a la maternidad en soltería.
Del 2015 a la fecha, en México poco más de siete mil mujeres han sido víctimas de feminicidio. El promedio anual de feminicidios, desde 2018 a 2023 fue de 926. Sólo 2018 (898) y 2023 (840) registraron un número de víctimas menores de novecientos, pero cercano a él. Así, desde 2018 hasta el año pasado, casi tres mujeres fueron asesinadas diariamente, por razones de odio de género. El dato es terrible, no sólo porque si incluimos los datos del 2015 al 2017 ese promedio es más cercano a dos mujeres por día, sino porque salvo el año pasado, el fenómeno ha registrado una tendencia al alza. Agrega gravedad el fenómeno el hecho de que más de la mitad de los asesinatos son clasificados como íntimos, esto es, cometidos por alguien cercano a la víctima: pareja, expareja o familiar. El hogar es, según datos oficiales y académicos, el lugar en el que las mujeres corren más peligro.
Datos de INEGI indican que entre 2015 y 2017, en México, 35.3 mujeres de cada mil, de entre quince y diecinueve años, dieron a luz. Los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, a la que pertenece México, registraron, en promedio 13.7 nacimientos por cada mil mujeres de edades similares, en el mismo período. Nuestro promedio fue casi tres veces superior. Si bien, en 2021 la tasa se redujo de manera considerable, pues se registraron 26.3 nacimientos por cada mil mujeres, el promedio sigue siendo alto. Dobla al de la OCDE. En 2018, dieciséis por ciento de las mujeres de entre quince y diecinueve años resultaron embarazadas. Cuarenta por ciento de las mujeres en esa edad que no asisten a la escuela no usan protección en sus relaciones sexuales. El porcentaje cae al dieciocho por ciento, entre las jóvenes estudiantes de esa edad. El embarazo adolescente es un fenómeno problemático para las mujeres. Además de que un porcentaje de esos embarazos es producto de violencia sexual, ya sea de sus parejas o de familiares, la gestación conduce a la mayoría de las jóvenes a dejar los estudios, a sufrir el abandono de sus parejas, quienes rehúsan asumir responsabilidades y a ser víctimas de problemas de salud.
Muchas de esas adolescentes terminan siendo madres solteras. En 2020, 38 millones de mujeres mayores de quince años eran madres, según datos del INEGI. De ellas, el once por ciento, esto es 4.18 millones, eran madres solteras. Según datos de la ONU, poco más de cien millones de mujeres en el mundo crían solas a sus hijos. Así, en México viven cuatro de cada cien madres solteras del mundo. No es poca cosa. En México, la mayoría de esas mujeres tiene dos hijos, pero hay quienes tienen entre tres y seis críos. Según estudiosos del fenómeno, cerca de diez millones de jóvenes menores de 25 años son hijos de madres solteras.
Más del 45 por ciento de las madres solteras viven en pobreza. La gran mayoría de ellas carece de apoyos económicos por parte de los padres de sus hijos; se ocupan en trabajos mal remunerados porque debieron dejar los estudios y careen de capacitación. Asimismo, muchas de ellas optaron por la soltería porque fueron víctimas de violencia doméstica que, en la mayoría de los casos, fue presenciada por los retoños. Además de que dependen de otras personas—familiares en la mayoría de los casos—para el cuidado de sus hijos, deben combinar el trabajo con la atención materna. La mayoría de ellas vive situaciones de estrés y padecimientos psicológicos fuertes.
Sería de esperar que las mujeres que aspiran a la presidencia registraran que son urgentes políticas públicas que partan de la esfera privada, del entorno desde el que las mujeres empiezan a ser ignoradas, menospreciadas y violentadas y al que los grandes discursos de igualdad no han llegado para modificarlo.