¿Será más complicado ser niño hoy que en generaciones anteriores? Dependiendo de la experiencia y el modo de pensar, cada uno responderá de manera diferente. Hay quien considera que el peor enemigo de la niñez son sus propios padres, que no les prestan atención, no les enseñan modales, que pretenden que sus hijos aprendan a portarse bien viendo una pantalla o que en la escuela los maestros les den las herramientas para que maduren psicológicamente, porque ellos son incapaces de abordar ciertos temas.
Sin ánimo de disculpar a quienes sí son negligentes con su descendencia, hay que reconocer que los trabajadores enfrentan condiciones difíciles, por lo que ante la necesidad de poner un plato en la mesa, a veces puede ser hasta abrumador ponerle la debida atención amorosa a los hijos.
Los niños enfrentan desafíos particulares después de la pandemia. La mayoría enfrenta algún grado de rezago educativo por el tiempo que estuvieron sin ir a clases presenciales, porque no tuvieron acceso o guía para aprovechar los contenidos que se impartieron en Internet o televisión. Es complicado asistir a los hijos en su aprendizaje en medio de una situación extraordinaria, donde en la mayoría de los hogares hubo incertidumbre sobre los ingresos y es la fecha en que, por la inflación, la situación todavía no termina de estabilizarse.
Este 11 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Niña, un momento para reflexionar sobre los retos de la niñez en general, con la intención de prestar atención particular con base en las diferencias de género. Porque, aunque hay quien piensa que la brecha de género no existe, la hay hasta entre los niños.
Las niñas son la mayoría de las víctimas de abuso sexual infantil, delitos que lamentablemente parecen al alza y de los que en Tabasco hemos tenido casos tan escandalosos como lamentables. Hace menos de un mes fue detenido el flagrancia en la ranchería Guineo de Centro un bibliotecario acusado de presuntamente abusar sexualmente de 9 niñas. Sin embargo, la mayoría de las veces son los propios familiares quienes atacan sexualmente a las niñas. En enero, se detuvo a hombre en Cárdenas que violó a sus cuatro hijas y embarazó a una de 12 años, después de 2 años de someterla bajo amenaza de quemarla viva. En marzo, un abuelo violó a su nieta de 6 años cuando fue de visita y lo encontró ebrio.
Lamentablemente son muchísimos más los casos de los que nada se sabe, pues hasta el 93% de estos delitos no se denuncian, y de acuerdo con organizaciones como Alumbra, la incidencia a nivel nacional aumentó 85% en los últimos 5 años. Como resultado de la Consulta Infantil y Juvenil que el INE realizó en noviembre del año pasado en Tabasco, 17% de los jóvenes de entre 14 y 17 años de edad que fueron consultados consideró que las personas que los cuidan no respetan su cuerpo e intimidad.
Es complejo y difícil hablar de proteger a la niñez ahí donde deberían sentirse más seguros, en sus propias casas, con sus familias. Sin embargo, resulta un espacio muy peligroso, especialmente para las niñas. Ellas tienen que saber que valen y que tienen derechos.
Las niñas comparten con los niños otras situaciones apremiantes: la mitad de la población infantil vive en pobreza. Se estima que en más del 64% por ciento de los hogares se vive violencia familiar en algún grado. Algunos niños son obligados a trabajar para contribuir al gasto familiar, sin que les paguen. Sin embargo, conforme avanzan, la pobreza y el trabajo les afectan diferente. Aunque la brecha educativa se ha acortado, son más las niñas que abandonan la escuela, todavía son más los varones matriculados en la universidad que las mujeres. En el Sistema Nacional de Investigadores, la mayor parte son varones. En 2017, en la UJAT, 65% de los matriculados en el SNI eran hombres y sólo 35% mujeres.
Sin duda hay logros importantes para las niñas y las mujeres: más años de escolaridad, menos analfabetismo, mayor apertura para conseguir cierto tipo de empleos. Pero para que las mujeres de mañana estén en verdaderas condiciones de igualdad, para que haya tantas mujeres como hombres en los niveles más altos de la academia, los negocios y la política, necesitamos primero quitarle a la infancia el yugo del abuso sexual, no dejarlo impune y apostar a la educación para que las niñas puedan lograr sus sueños.