De siempre en Tabasco, y en México, en periodo electoral hemos escuchado las mismas propuestas y promesas que se han salido de las bocas de miembros de distintos tipos de partidos que en nombre de los electores han dicho que “buscarían el bienestar del pueblo”. Los resultados los tenemos a la mano: miles de pobres, miles de millones de pesos desperdiciados, una educación desprovista de resultados y una inseguridad rampante que ha llevado a colocar a la violencia como uno de los ejes centrales del debate sobre nuestra democracia y acaso, su mayor amenaza. Podríamos haber exigido a nuestros gobernantes el que hubieran dado mucho más que lo que dieron y que, detrás de esta frustración colectiva que lleva a muchos a buscar soluciones mesiánicas, autoritarias o populistas, se esconden cuestiones básicas de entender el poder y el gobierno para un propósito particular o grupal por un lado, y colectivo y amplio por el otro. En este contexto llega Adán Augusto López Hernández a la gubernatura y sabe que se va a enfrentar a una sociedad repleta de oportunidades desperdiciadas, de entusiasmos no comprendidos por los electos e incapacidades de los electores de presionar para lograr resultados favorables que hagan que su elección haya valido la pena. López Hernández llega al poder conociendo muy bien a los protagonistas de la política en Tabasco desde hace décadas y con ideas claras de cómo hacer que la ilusión de la gente se torne en realidades concretas y con la confianza de los demócratas y la audacia de grupos o partidos que han decidido operar con el gobernador porque lo conocen y le tienen confianza, dejando a un lado a las agrupaciones políticas por no estar a la altura de las demandas de la gente. Cuando quien gobierna se muestra ingobernable, el resultado de su acción suele desembocar en un caos. Pero no ha sido así y la inmensa mayoría de los ciudadanos estábamos hartos de la mala política y decidimos no solo dar nuestro voto sino también nuestra colaboración para que los esfuerzos de Adán Augusto López fueran razonablemente rentables para nuestra sociedad. Y lo están siendo. A las inversiones federales que se están recibiendo en Tabasco, fruto de la excelente relación del gobernador con nuestro paisano Presidente, hay que reconocer que la administración del dinero público está orientada a construir una infraestructura moderna. Después de tantos años de despotismo, en los que tuvimos que medir nuestros pasos y atemperar nuestros movimientos, el nuevo tiempo exigía determinación y valentía, dos cosas para las estábamos suficientemente preparados y dispuestos. Las ideologías afloraron con timidez, pero decididas a recuperar su espacio natural. Y tampoco faltaron quienes, temerosos y cobardes, se empeñaron en extender la equivocada idea de que las propuestas de MORENA no servían para los “nuevos” tiempos. Hicieron emerger proyectos políticos ya enterrados y no demasiado consistentes, aunque estéticamente halagüeños, que anunciaron un proyecto de vida para todos que, de tan repetible como segunda parte, parecía inconseguible. Hoy vemos como el gobernador Adán Augusto tiene tal calibre que cada día supervisa una nueva obra en cada municipio o anuncia mega obras que jamás se pensó que pudieran concretarse como la potabilizadora de agua para Centro de mil millones, o supervisa la construcción muy avanzada de dos distribuidores viales y celebra el avance de obras de inversiones multimillonarias como la Refinería de Dos Bocas.
Los resultados los tenemos a la mano: miles de pobres, miles de millones de pesos desperdiciados
AALH: Sabe para que sirve el poder y la política
Los resultados los tenemos a la mano: miles de pobres, miles de millones de pesos desperdiciados