De nada me han servido las indicaciones del gobierno para protegerme como persona o como familia de la pandemia en que estamos.
Nada claro he oído sobre cómo proceder o sobre cómo procederá el gobierno, aparte de que esperará. He actuado como mejor creo, leyendo o preguntando a especialistas.
No sé si el gobierno está en la estrategia correcta, ojalá lo esté. El gobierno no ha tenido el cuidado de explicarnos con rigor qué información tienen, en qué tiempos de pandemia están pensando, cuántas pruebas de infectados han hecho y si esperan adelante más bien un cuadro italiano o un cuadro alemán.
En pocos momentos los ciudadanos necesitamos tanta guía, información y claridad como en los de incertidumbre y miedo característicos de una emergencia: terremoto, desastres naturales o pandemias.
Nada de eso hemos obtenido del actual gobierno en las dosis necesarias. Quienes leen lo que ha sucedido en otras partes y lo comparan con las generalidades en que se entretiene el vocero de la pandemia mexicana, el subsecretario Hugo López-Gatell, saben lo que falta en su discurso: datos precisos, planes de acción, reglas de conducta para la ciudadanía.
Hablando a medias de los hechos, como lo está haciendo, el gobierno difícilmente ganará el liderato que el país necesita para sortear esta emergencia.
La encuesta Gea Isa publicada ayer registra una importante pérdida de esperanza de muchos mexicanos en la conducción del gobierno. Según esa encuesta, la sociedad aprueba y desaprueba por mitades a su gobierno.
Es una pérdida anterior a la pandemia.
Creo que el gobierno está dejando pasar la oportunidad de relanzar su credibilidad y recobrar la confianza nacional que necesita en la emergencia.
Eso no está sucediendo. Ciudadanos, instituciones, empresas, gobiernos estatales y municipales eligen sus propias salidas, estableciendo otras directrices.
Hablamos de un gobierno federal y de un Presidente cuyo poder nació de hablar con claridad y convicción. Su debilidad hoy es hablar de manera confusa, contradictoria, poco convincente.
Esta es mi impresión luego de dos semanas de distancia social, desconcierto y falta de instrucciones sobre cómo vivir esta crisis.
En muchos sentidos, el gobierno nos deja a solas con el virus.