Las mexicanas estamos a punto de perderlo todo o quedarnos casi sin nada. No exagero. El sistema patriarcal dio el coletazo violento, como siempre lo hace, para frenar el avance de las mujeres en la restitución en sus derechos y ciudadanía, al colocar en el tintero legislativo la posibilidad de eliminar a las mujeres como sujetas de derechos.
Tal como lo evidenció la periodista Susan Faludi, en su libro "La guerra contra las Mujeres", estamos viviendo la reacción encubierta de los hombres frente a la mujer moderna.
Si bien el miércoles 12 de octubre se detuvo el dictamen en el cual se pretenden reformar 21 artículos constitucionales, que, bajo el argumento de la igualdad, hacen a un lado a las mujeres como sujetas de derechos, eliminan la categoría sexo, que no es menor, porque si bien todas somos personas humanas, el sexo importa, la iniciativa que lleva desde 2020 sigue ahí colocada, en espera de ser dictaminada.
Faludi mostró, en su reportaje convertido en libro, como el sistema patriarcal estadounidense se reconfiguró, para sembrar en las norteamericanas de finales del siglo XX, la sentencia "pueden ser libres e iguales ahora, pero nunca han sido más infelices".
La amenaza funcionó para intimidar a las mujeres y detener su avance en el camino a la igualdad, las consultas psicológicas se incrementaron como nunca ante el miedo sembrado a la autonomía y la igualdad. ¿Quién desea ser infeliz?
Las mexicanas de principios del siglo XXI (y en general las mujeres de todo el mundo) enfrentan otra amenaza, más elucubrada, pues se siembra desde afuera para rompernos desde adentro y exponerlo públicamente, como me lo hizo ver Rosa Cobo, en una tarde.
Negar la validez de la categoría mujeres como sujeto vindicativo de la igualdad, es la afrenta que busca detener el avance de las mujeres. Uno de los instrumentos que ha elegido el patriarcado, es a través de un discurso intencionado, consciente y directo que configura el imaginario social colectivo para redefinir quien es una mujer, a partir de qué se define, y quiénes son los que están redefiniéndola.
Ojo nadie está discutiendo quién es hombre, a partir de qué se define y quiénes definen qué es ser hombre y porque siguen manteniendo ellos todos sus privilegios y lo que se disputa es el espacio ganado de las mujeres.
Este nuevo embate hacia la igualdad de las mujeres se genera desde fuera, se propicia y se promueve para romper internamente al movimiento feminista e impedir que, como lo hemos hecho antes, nos mantengamos unidas para avanzar en nuestros derechos.
Recientemente nuevamente la alerta sonó, tras anunciarse que el miércoles 12 de octubre la Cámara de Diputados discutiría la reforma constitucional que elimina la palabra mujer, y podrían decir qué más da cómo se nombre o tal vez crean que es más inclusivo dejar de hablar de mujeres y hombres, y no es así porque lo que no se nombre desaparece.
Las personas tenemos sexo y el sexo importa, porque aún vivimos en un mundo patriarcal, donde el sexo, como categoría, nos define como personas en un orden social que sigue siendo androcéntrico.
La defensa de las mujeres como sujetas de derechos, como individuas y personas humanas está en manos de una centena de organizaciones feministas (algunas de ellas bajo el espionaje ilegal de la Sedena).
Las organizaciones, redes y colectivas feministas tienen más de un año llamando a las diputadas de todos los partidos políticos para que estas reformas se encaminen bajo los principios de derechos humanos de las mujeres, la niñez y las y los adolescentes, derechos que están plasmados tanto en nuestra normatividad nacional como internacional.
En concreto, eliminar el principio de igualdad entre mujeres y hombres del artículo cuarto constitucional, es negar este derecho de las mujeres a la equivalencia humana y rompe el compromiso asumido por México ante la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), por ejemplo, en su artículo 15.
Por ello no es menor la iniciativa que se encuentra en la Cámara de Diputados, pues de lo que ahí emane, las mujeres tendremos o no resguardados nuestros derechos o los habremos perdido todo. (Comunicación e Información de la Mujer, AC)