2024 presidencial: contra la política del encono y la ignorancia (II)

Le comentaba en la entrega anterior la importancia de la preparación técnica y la capacidad política parta ejercer el poder

Le comentaba en la entrega anterior la importancia de la preparación técnica y la capacidad política parta ejercer el poder. Asunto que nos sirve de contraste para observar el pasado, sopesar el presente y desear un mejor futuro. 

Una hipótesis: la calidad de la argumentación hecha por políticos en activo refleja una tendencia alarmante, en términos de la preparación necesaria para ejercer funciones gubernamentales. No se habla aquí sólo de los probables candidatos presidenciales, sino de la clase política en su conjunto y los asesores que arropan a esa clase política. La fisura de ignorancia individual tiene que ver con el contexto de lo que es hoy la política mexicana. Se vislumbra no un síntoma, sino una causa/desgracia nacional: un país huérfano de políticos y asesores competentes. 

La generación de la Reforma (siglo XIX) fue la primera clase política ilustrada en México. Desde entonces, con altibajos, los políticos que llegaron al poder supieron rodearse de personas instruidas y les daban espacio: Justo Sierra (Porfiriato), Antonio Caso y José Vasconcelos (México posrevolucionario), Narciso Bassols y Jaime Torres Bodet (etapa caudillista y Cardenista). 

Esa formación sociocultural en los políticos -y sus asesores- brilla hoy por su ausencia. Son garbanzos de a libra los funcionarios de carrera en el gobierno y los políticos con capacidad técnica para su puesto. México es el único país donde un Secretario de Educación Pública presumió documentos curriculares falsos: el semidoctor y priísta Fausto Alzati, quien entre 1994 y 1995 se ostentó como Doctor en Economía por Harvard sin haber obtenido el grado.    

Pero tampoco paso por alto el hecho de aquella sentencia de un funcionario del gobierno de EEUU: para dominar a México no hay que invadirlo, no se necesita un ejército, basta con que a su "clase política" sea formada en las universidades norteamericanas. Y así sucedió con los "chuicos de Milton Friedman" y su doctrina neoliberal: Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo. O la ignorancia en grado sumo de Vicente Fox.

En este espacio contó un destacado colega la decisión que hizo la diferencia en dos contemporáneos: Miguel de la Madrid, aceptó la beca para estudiar en Estados Unidos, y nos trajo el modelo tecnócrata; Enrique González Pedrero prefirió formarse en Francia, y promovió como gobernador de Tabasco un modelo socialdemócrata: un ejercicio político de responsabilidad social. 

Pero más allá de los blasones académicos, que podrían canjearse por eficiencia gubernamental al atender problemas (cosa que no ocurre), otro aspecto preocupante es el desprecio de la clase política por el ciudadano de a pie, en cuestiones que afectan la vida cotidiana de millones: no leer con frecuencia, no saber el nombre del autor de un libro (le pasó a Peña Nieto), son síntomas que perfilan a políticos sin vena estadista/ilustrada. 

Pero esto quizás millones de mexicanos lo pasarían por alto si no se complementara con la ignorancia/indiferencia en torno al salario mínimo mensual, el kilo de tortilla, el boleto de autobús o "los 6 mil pesos que permiten que una familia mexicana viva bien" (lo dijo Ernesto Cordero, panista, cuando era Secretario de Hacienda en 2011). Rumbo al 2024, la clase política mexicana debe retomar elementos de concordia y probar que está más cerca de los problemas cotidianos de la gente. Justo en ese punto el ejemplo del presidente López Obrador, aflojado en terracería, aún no hace escuela. Por lo menos no como se requiere: seguimos viendo el predominio del gabinete, la oficina, el clima artificial.