Vietnam registró este domingo un total de 5,887 contagios de la COVID-19, una cifra que cuadriplica en un solo día los 1,465 casos detectados durante todo el año 2020.
Las autoridades han endurecido desde este lunes las restricciones en 19 provincias después de que se superara un nuevo récord de infecciones diarias la pasada noche.
El aumento de casos se ha reflejado en la mortalidad, con 254 fallecidos desde el inicio de la pandemia sobre un total de más de 43,000 contagiados, cuando el 15 de mayo solo habían muerto por coronavirus 35 personas.
El epicentro de esta ola de COVID-19, la peor que ha sufrido el país, es Ho Chi Minh (antigua Saigón), la ciudad más poblada del país con 13 millones de habitantes en su área metropolitana, donde las autoridades contaron la noche del domingo 4.692 casos, la mayoría de ellos en pacientes que estaban ya aislados en centros de cuarentena por haber estado en contacto con positivos.
Los habitantes de la ciudad viven su confinamiento más duro desde el pasado 9 de julio y solo pueden salir de casa para actividades esenciales, mientras la mayoría de negocios permanecen cerrados y miles de trabajadores de las zonas industriales están durmiendo en las fábricas para poder mantener la producción.
El régimen comunista de Hanói reconoció el sábado en un comunicado que el actual rebrote se está complicando y anunció restricciones de movimiento desde hoy en 16 provincias del sur del país así como el despliegue de 10.000 trabajadores sanitarios.
Vietnam había logrado contener la pandemia durante todo 2020 y el principio de este año con su política de cierre de fronteras al turismo y rastreo exhaustivo y aislamiento de los casos positivos y sus contactos, pero la irrupción de la variante delta, más contagiosa, parece desbordar a las autoridades sanitarias.
Algunos expertos sostienen que el estallido de casos desde el pasado abril se debe a que buena parte de la población tenía cierta inmunidad contra las primeras versiones del coronavirus, pero no contra esta nueva variante, que está causando estragos en todo el Sudeste Asiático.
La virulencia de esta nueva ola ha obligado al gobierno a acelerar el ritmo de vacunación, uno de los más bajos de Asia, con apenas 300,000 personas vacunadas con la pauta completa sobre una población de más de 97 millones de habitantes.
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