“Jesús nos va a llevar a todos, vienen más guerras”, gritaba Minga, uno de los espíritus que aparentemente atormentaba a una joven de 16 años, mientras era exorcizada y una cámara grababa todo lo que sucedía.
La historia de Gina, como pidió ser identificada, tomó lugar en 1991. El Vaticano permitió que se transmitiera un capítulo en el programa 20/20 de la cadena ABC de Estados Unidos en donde se practicaba un exorcismo en una joven colombiana que, supuestamente, llevaba un tiempo siendo atormentada por varios demonios que se habían adueñado de su cuerpo.
Gina estaba restringida a una silla y las tres cruces que colgaban de su cuello se movían bruscamente mientras ella, o los demonios que tenía adentro, intentaban salir del lugar.
Algunas de las palabras que gritaba eran en lenguas que nadie más que ella entendía. “No quiero irme”, también se le escuchó decir en una voz más gruesa que la propia.
Gina sacaba la lengua, gritaba, se movía bruscamente e intentaba liberarse de las gotas de agua bendita que una monja le echaba durante las oraciones.
Minga –el demonio que Gina había identificado como una mujer de baja estatura– hablaba como una niña pequeña y Zien –el demonio que era de la selva africana– repetía “Santali bukatalafayat”, como reportó EL TIEMPO en su momento.
“No dañes a esta persona ni a nadie más que se encuentre en este lugar”, le advertía el padre a las entidades demoníacas que atormentaban a la menor. Ella entre risas y gestos de rabia se intentaba librar de las muchas manos que la mantenían sentada.
“¡En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo!”, repitió tres veces con fervor el religioso con el crucifijo en la frente de Gina, cuyo rostro comenzó a pasar de una furia intensa a una sonrisa tranquila.
Al parecer, su alma estaba sanada y los demonios habían dejado su cuerpo.
“Besa el crucifijo”, le exigió el religioso y la menor lo hizo. Como si hace unos minutos no hubiera estado en medio de un exorcismo, Gina se paró para abrazar a las personas que la acompañaron en el ritual y parecía que se trataba de una persona completamente diferente.
Antes de que la madre de Gina decidiera hacerle un exorcismo a su hija, recurrió a la ayuda de varios médicos.
Gina comenzó a presentar episodios con los cuales su personalidad cambiaba repentinamente. Escupía, vomitaba y su mamá incluso aseguró en ese momento que había escuchado hablar a la joven en lenguas extrañas.
Sin embargo, la intervención psiquiátrica no la ayudó. En sus momentos de lucidez también estaba convencida de que se trataba de entidades demoníacas. “No eran cosas humanas, era el diablo”, le comentó en algún momento Felisa, madre de Gina, a la prensa.
Debido a sus creencias, Felisa recurrió a la Iglesia –sin el consentimiento del médico que trataba a su hija–, quienes le advirtieron que Gina podría estar siendo víctima de una posesión.
Según lo explicó en el mismo documental el reverendo James LeBar, quien tenía gran conocimiento en cuanto a exorcismos, hay cuatro señales principales para identificar a una persona que ha sido poseída: “mucha fuerza, levitación, clarividencia, hablar en idiomas que nunca estudiaron”.
La mujer hizo todas estas cosas excepto la levitación, aunque su madre aseguró que en algún momento la había visto ser lanzada desde su cama a otra parte de la habitación.
Pero no todos los miembros de la Iglesia estuvieron de acuerdo con que se transmitiera este exorcismo en Estados Unidos. El padre LeBar explicó que esto se hizo con la intención de que las personas entendieran que sí hay presencias malignas en el mundo, por lo que es necesario que se acerquen a Dios.
Te puede interesar: ¿Quién es la mujer que aparece en la imagen del chocolate de Abuelita? Esta es su triste historia