Dos hombres, completamente desnudos, detallan un cuadro. Se abrazaron con suavidad mientras escudriñaban la obra de arte. Gesticularon de manera sugerente mientras, sin asomo alguno de pudor, hablaron quedo, como custodiando un secreto. Junto a ellos había otras 50 personas desnudas, de todas las edades. Entre ellas, una pareja, que llamaba a su niño 4 años, que subía las escalas con alegría para encontrarse de frente con un inmenso mural en el que aparecen dibujadas personas también desnudas.
Ellas caminaron sin restricción por los pasillos de la Casa Museo Pedro Nel Gómez, el pasado sábado pasado en desarrollo de una visita guiada a la exposición El desnudo, manifiesto y libertad organizada por la Casa Museo Pedro Nel Gómez y la Comunidad Nudista Otro Cuento, que existe hace dos años y medio en Medellín y reúne a más de 800 personas.
Carlos Tobón, curador de la Casa Museo, explicó que la idea de que un grupo de nudistas entrara a una exposición de arte es completamente novedosa, algo nunca antes visto en el país. La idea surgió para hacer oposición a algunas corrientes ideológicas que se están gestando en el mundo: “En algunas partes se ha comenzado a censurar el desnudo en las obras de arte; piezas clásicas han sido descolgadas de los museos por esta idea. Nosotros no nos suscribimos con esa manera de pensar. Entonces, decidimos convocar al grupo de nudistas para que vinieran a esta exposición”, agregó.
La muestra, Desnudo, manifiesto y libertad, la integran 170 obras en las que el cuerpo humano, desprovisto de ropa, es la temática principal. Son los famosos desnudos de Pedro Nel Gómez, el versátil artista antioqueño que nació en la agonía del siglo XIX para hacer brillar sus obras en el XX. El lugar de la exposición es el museo que alguna vez fue su casa, un refugio de creación y en donde pudo, con toda libertad, dejar fluir su creación artística sin temer la mirada inquisidora y represiva de una sociedad conservadora. En el museo se exponen un total de 3 mil 200 obras del artista nacido en Anorí, al nordeste de Antioquia.
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Pero lo de la noche del sábado es especial. Cincuenta personas desnudas, sin pudor, caminaron por los corredores de la vieja casona. En Aranjuez, lugar de la vivienda, una brisa suave, tierna, primaveral, propicia el ejercicio de la desnudez. A los pocos que caminan con sus ropas puestas se les ven incómodos, fuera de lugar. Es la lógica interna del lugar: la desnudez es lo natural.
Nudismo, un estilo de vida
El colectivo nudista Otro Cuento, del que hacen parte las 50 personas que asistieron al museo, nació hace dos años y medio. Rafael Sandoval, uno de sus fundadores, considera que la idea de la Casa Museo de convocar a su grupo es transgresora. “Los museos se han visto como sitios sacralizados, a los que hay que ir bien vestidos. Eso se está rompiendo hoy”, comentó el fundador.
Hay aquí una coincidencia. Sandoval es artista y pinta desnudos. Fue precisamente en una exposición de sus obras que se dio la génesis de Otro Cuento. El artista presentó su trabajo en la galería y restaurante Otro Cuento, que quedaba cerca del Parque del Periodista. Al coctel de inauguración invitó a que las personas asistieran desnudas. Con frialdad, conociendo a la sociedad en la que vive, calculó que unas 10 personas asistirían. Pero se llevó una sorpresa cuando más de 115 llegaron al evento. Fue el inicio de la comunidad.
Comenzaron a verse más seguido, a realizar actividades culturales relacionadas con el desnudo: clases de yoga, desnudez, poesía y danza. La comunidad, según las cuentas de Sandoval, cuenta hoy con de 815 integrantes. Entre un 60 y 70 % son hombres. “Esto se explica porque es más difícil que las mujeres se quiten los prejuicios. A ellas siempre las han reprimido sobre sus cuerpos”, opinó Sandoval.
Diego Gamboa tiene 36 años y asiste al grupo con su esposa y el pequeño de 4 años que saltaba por las escalas. Con naturalidad, recorrieron los pasillos de la Casa. “Yo soy de Puerto Nare. Allá empecé a hacer nudismo. Me iba para un charco con mis amigos y me desnudaba. Al principio les pareció muy raro, pero me aceptaron. Acá en Medellín encontré al grupo y me siento feliz de poder expresarme libremente”, dijo.
Los asistentes creen que el nudismo tiene grandes ventajas: elimina el morbo, iguala a las personas, se revela contra la sociedad de consumo. “Cuando los hombres lo ven a uno con ropa lo quieren desvestir. En cambio, sin ropa y en un espacio como los que propiciamos, el morbo se va y solo se aprecia al cuerpo”, afirmó Yesica Álvarez, participante en la comunidad.
Para Sandoval, la ropa da categoría y, según como la gente se vista, le ponen etiquetas. Andar sin ropa, cree, es una manera de revelarse contra el control social y religioso.
La brisa de la noche se fue haciendo un poco más insistente, hasta perder su tibieza. Hacía frío. Los asistentes fueron saliendo del Museo, con la ropa puesta. Se integran al mundo exterior. Pero pronto volverán a reunirse para crear su microcosmos de libertad y desnudez.