Los robots de la cafetería Dawn están pensados para ser algo más que un aparato, y ofrecen la oportunidad de darle un trabajo a personas que no pueden salir de casa.
"Hola ¿cómo estás?", dice un brillante robot, que parece un pingüino, desde una barra cercana a la entrada, girando la cara hacia los clientes. Es Imai el que lo controla desde su casa, en Hiroshima, a 800 kilómetros de la capital japonesa.
Es uno de los 50 empleados con discapacidad física y mental que trabajan en el café Dawn, como "pilotos", operando a los robots de la "plantilla".
La cafetería abrió en el céntrico distrito Nihonbashi de Tokio en junio pasado y da trabajo a personas de todo Japón y del exterior, aunque algunos empleados trabajan en el mismo café.
Unos 20 robots en miniatura, de ojos almendrados, están sentados a las mesas y por otras partes del local, que no tiene escaleras y está adaptado para las sillas de ruedas.
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