Esta última cabina, que aún tenía visible en el teléfono el logo de Bell System (una campana azul dentro de un círculo) y que había sobrevivido a la era de los teléfonos celulares se encontraba en el cruce de la Séptima Avenida y la calle 50, en el centro de Manhattan.
La cabina pertenecía en realidad a Titan, una compañía que en 2010 compró a Verizon, el mayor proveedor de telefonía en Nueva York, las 1,300 cabinas telefónicas restantes para utilizarlas como soportes publicitarios, pero todas ellas fueron desapareciendo con el paso de los años.
En 2015, el Ayuntamiento de Nueva York comenzó a instalar unos kioskos de última generación (hoy día ya suman unos 2,000) que permiten a los neoyorquinos tener wifi gratuito en un radio cercano, cargar las baterías del teléfono celular y hacer llamadas sin costo, y ese fue el declive definitivo de las cabinas.
En la pequeña ceremonia celebrada ayer para conmemorar el fin de un símbolo, el presidente del Distrito de Manhattan, Mark Levine, no se dejó llevar por la nostalgia, y dijo que las cabinas telefónicas “nos hicieron sufrir a todos por igual”.
Pero para aquellos nostálgicos, quedan todavía cuatro lugares de estética “vintage” en la avenida West End, utilizados sobre todo por turistas o meros “instagramers” que se toman fotografías dentro de esas reliquias.
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