Si tú ya te cansaste de pasar encerrado medio año, imagína lo que sentirán aquellas criaturas que han tenido la mala suerte de pasar toda su vida encerrados para ser utilizados en actividades que atentan contra su libertad y naturaleza. Tal es la historia de Napa, un oso que pasó 12 años viviendo en una jaula y formando parte de un espectáculo de circo que finalmente, terminó abandonándolo. Aunque sufrió hambre y un encierro cruel, pues había sido dejado ahí, tan solo esperando su muerte, eso fue lo mejor que pudo haberle pasado, pues fue rescatado por Four Paws, una fundación internacional a la que sólo le interesaba su bienestar.
Cuando sus rescatistas conocieron a Napa, él era un oso que simplemente no sabía cómo serlo, y se la pasaba recostado. Su salud era mala, pues recibía comida inadecuada y nadie había limpiado su jaula jamás. También sus dientes estaban rotos de morder sus barrotes. Por suerte, sus rescatadores lo llevaron a un zoológico en Serbia en donde conoció, por primera vez, la libertad, aunque ésta fuera a medias. Ahí, comió frutas y aprendió cómo nadar y aunque fuera más feliz, que en su jaula, sus cuidadores sabían que ese no podía ser su hogar definitivo.
Es así como decidieron convertirlo en uno de los primeros habitantes de una reserva en la que podría vivir en libertad y en la naturaleza sin ser descuidado. Sus cuidadores lo observaron convertirse en un oso de verdad que ahora sabía buscar comida, darse baños y ser independiente. Sin embargo, lo que más los conmovió, según comentaron en un especial para The Dodo, fue la primera vez que nevó en la reserva, pues Napa pudo jugar y ser feliz como nunca lo había sido antes.