La esperanza de encontrar más supervivientes se desvanecía en las zonas afectadas por el potente terremoto en Turquía y Siria, uno de los más mortíferos en décadas en la región, con más de 21 mil fallecidos.
Los equipos de rescate continúan la búsqueda de miles de personas que se sospechan están atrapadas entre los escombros, pero el optimismo mengua ante las gélidas temperaturas y la superación del plazo de 72 horas que se considera crucial para salvar vidas.
El Banco Mundial anunció ayer que aportará mil 780 millones de dólares a Turquía para ayudar en los esfuerzos de asistencia y recuperación. Estados Unidos anunció un paquete inicial de 85 millones de dólares para ayuda de emergencia.
EN RIESGO, 23 MILLONES
En la ciudad turca de Antakya, los supervivientes buscaban a sus familiares difuntos entre bolsas mortuorias depositadas en un estacionamiento convertido en una morgue improvisada.
El terremoto de 7,8 ocurrió en la madrugada del lunes, mientras mucha gente todavía dormía en esta región, donde muchos ya sufrieron la pérdida y el desplazamiento debido a la guerra civil de Siria.
El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, instó al Consejo de Seguridad a autorizar la apertura de nuevos puntos fronterizos entre Turquía y Siria para entregar ayuda humanitaria de la ONU a las víctimas del terremoto.
Al otro lado de la frontera, el descontento crece ante la reacción de las autoridades al terremoto que, según admitió el mismo presidente Recep Tayyip Erdogan, tuvo "deficiencias".
Numerosos supervivientes tuvieron que buscar por sí mismos comida y refugio. Sin equipos de rescate en varias zonas afectadas, algunos de ellos contemplaron impotentes cómo sus familiares atrapados pedían ayuda hasta que sus voces se apagaban.
El frío agrava la situaciónAunque con temperaturas de -5 °C, miles de familias en Gaziantep pasaron la noche en coches o tiendas de campaña al no poder volver a sus casas o tener miedo de hacerlo.
Los padres paseaban por las calles de esta ciudad turca, cargando a sus hijos, envueltos en mantas, porque pasaban menos frío que en las tiendas.