“La idea es aumentar el precio de la carne en toda la UE para que refleje su impacto ambiental, derivado de las emisiones de CO2 y de la pérdida de biodiversidad”, explicó a Efe, Jeroom Remmers, director de “True Animal Protein Price” (TAPP), una fundación sin ánimo de lucro que incluye a organizaciones ecologistas, de salud y agrícolas.
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Con esa tasa, que se aplicaría de manera progresiva a partir de 2022, se pretende animar al sector agrícola y ganadero a reducir su “huella ecológica” e impulsar a los consumidores a adoptar una dieta más sostenible, explicó Remmers.
Poner un “impuesto a la carne” por los costos medioambientales de su producción es la propuesta de una coalición de organizaciones holandesas presentada en el Parlamento Europeo (PE).
Aseguró que muchos productores en Holanda apoyan la propuesta aunque otros no la ven con buenos ojos por el temor a una caída del consumo, pero confió en lograr más apoyos en el futuro.
El impacto de la medida, según los cálculos de la organización Commited to the Environment Delft, que ha hecho un informe a petición de la coalición TAPP, se traduciría en un encarecimiento sobre todo de la carne de vacuno, seguida de la de porcino y por último la de ave.
Para 2030, la tasa implicaría un aumento del precio por kilo de ternera de unos 4,77 euros, mientras que para el porcino subiría 3,61 euros y en el caso del pollo 1,73 euros.
El estudio matiza que las cifras deberían ser ajustadas en el caso de que en los próximos años se produjeran avances por parte del sector que permitieran reducir la “huella climática”.