Un piloto de aviación de alto rango, Denver Hansen, de 25 años, conoció a un perro callejero con el que hizo buenas migas durante su despliegue en el desierto el año pasado.
Aquel perro, al que llamó Sampson, no era como los otros perros.
Cada que se encontraban, Sampson siempre se unía a las patrullas del soldado y a sus paseos por el cuartel, a pesar de que Denver tenía prohibido interactuar con él por riesgo de enfermedad y lesiones.
Después de un duro año de trabajo marcado por la pandemia, Denver hizo todo lo posible por gestionar el traslado de su mejor amigo a los Estados Unidos.
En cuanto supo que podía hacer algo para rescatarlo, el joven soldado comenzó su misión particular de llevar al cachorro a casa.
Finalmente, tras varias semanas de gestiones, Sampson y Denver pudieron reunirse de nuevo en territorio americano y esta vez gozando de la compañía y las caricias del otro.