Unos quinientos migrantes haitianos descansan este sábado en un campamento, a punto de iniciar la parte más dura de la travesía por la espesa selva que conecta a Colombia con Panamá.
Instalados en tiendas de dormir, los migrantes acampan en una colina en la zona rural del municipio de Acandí, donde empieza la selva.
Llegaron hasta allí caminando, en motos o montados a caballo. Desde este punto les espera un recorrido de unos dos días para llegar a suelo panameño y otros dos hasta salir de la jungla, en la aldea de Bajo Chiquito.
Algunos de ellos relataron a AFP que dormirán en el lugar y en la madrugada del domingo seguirán su recorrido al interior de la selva del Tapón del Darién, el tramo más duro para pasar a Centroamérica.
Bien adentrados en el monte tendrán que sortear las inclemencias del clima, las serpientes que abundan en el lugar y los abismos, además de la amenaza del Clan del Golfo, la principal banda narco de Colombia, que ejerce autoridad en la zona.
En la caravana hay decenas de niños. El camino "está un poquito pesado", expresó Duneau mientras remontaba una colina hacia el campamento cargado con una maleta, un colchón y una garrafa de agua.
Guías los acompañan hasta la frontera a cambio de unos 300 dólares ante la ausencia de autoridades. Según sus acompañantes, deberán pagar otro tanto al llegar a Panamá.
Decenas de miles de migrantes, haitianos especialmente, han llegado en los últimos meses a la frontera de México con Estados Unidos. Buena parte de ellos hicieron el tránsito por Colombia.
A pesar de que las noticias de que el país norteamericano está deportando a miles de sus compatriotas ha llegado a sus oídos, los migrantes se mantienen firmes en su deseo de cumplir el "sueño americano".
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