Una joven de 21 años confesó el asesinato de Kristina, su hija de 3 años. Los hechos ocurrieron en la semana del 13 al 20 de febrero de 2019 en Kirov, una ciudad del oeste de Rusia, según informa el Daily Mail.
La abuela, Irina Plenkina, se encontró a Kristina cuando fue a visitarla por su tercer cumpleaños. Llamó a la ambulancia y a la policía pero ya fue tarde.
María, madre de Kristina, dejó cerrada el agua potable y dejó pocos alimentos: un yogurt, pollo y salchichas. Tras terminarse los alimentos, la niña acabó ingiriendo detergente.
María había prometido a su madre que tanto ella como su hija se encontraban bien y en ningún momento pidió que se hiciese cargo. Cuando María regresó y fue detenida tras una semana fuera de fiesta, no mostró ningún tipo de arrepentimiento, según fuentes policiales.
Durante el juicio ha confesado que decidió irse una semana de fiesta después de haber terminado con su novio, dejando a su hija encerrada en casa.
Según María, su intención no fue asesinarla y todo se debe a un mal cálculo en las cantidades de comida que dejó. Para los investigadores, sin embargo, no parece creíble, ya que decidió dejar a la niña encerrada, sin agua corriente y sin la supervisión de ningún adulto.
A las pruebas en contra de María se suma la declaración de su amiga Anastasia Kurpina, quien financiaba sus salidas nocturnas. Anastasia ha afirmado que María le había asegurado que Kristina se encontraba al cuidado de un amigo.
Por su parte, Irina ha corroborado que su hija "ha mentido a todo el mundo". Ademas, Los psiquiatras que trataron a María confirmaron que se encontraba sana y en plenas facultades mentales.
Aunque aún no ha finalizado el juicio, María, que ha sido catalogada como 'el diablo' por sus vecinos, se enfrentará a una pena de entre 8 y 20 años de cárcel.