La cara de la pequeña Nilofar Ayoubi, de apenas 4 años, todavía estaba roja de la bofetada que acababa de recibir de un extraño mientras jugaba en las calles de Kunduz, en el norte de Afganistán. El golpe había sido tan brutal que la había lanzado al piso.
Poco antes de golpearla, el desconocido le había palpado el pecho, buscando signos de "feminidad". Luego la amenazó y le dijo que si no usaba el velo, la próxima vez, atacaría a su padre.
Después de unos momentos de refunfuños, el padre de Nilofar tomó una decisión radical: "Le pidió las tijeras a mi madre, me cortó el cabello y le dijo a ella: ´Vístela como un niño´."
- Nilofar creció en Afganistán durante la primera era del gobierno del Talibán -de 1996 a 2001- y durante casi 10 años, vivió la vida de un niño, huyendo del represivo control que ejerce la sharía, la ley islámica, sobre las mujeres. Hoy, desde el exilio, recuerda lo que fue crecer en una de las zonas más conservadoras del mundo, una en la que el género con el que se nace define los límites de los derechos a los que se puede acceder.
Nilofar nació en 1996, pero sus documentos de identidad aseguran que nació en 1993. Su padre hizo el cambio para que su hija pudiera empezar sus estudios lo más pronto posible luego de que la intervención estadounidense en 2001 hubiera derrocado al gobierno Talibán.
- "Como niño, automáticamente tienes poder, incluso si eres un niño de 2 años quiere decir que recibes más respeto que la misma madre que te dio a luz. A partir de los 4 años, puedes ser chaperón legal de la mujer que te trajo al mundo (...) y es tu esclava. Si eres mujer, eres invisible".
Bajo reglas tan estrictas, Nilofar explica que era común que las familias vistieran a sus hijas como hombres, especialmente si la familia no tenía un proveedor principal: bajo la sharía, cualquier hombre puede acercarse a una mujer que no tenga proveedor y obligarla a convertirse en su quinta o sexta esposa.
"En mi caso era diferente, No era por falta de un proveedor principal, sino que era para poder vivir la vida libremente".
Nilofar recuerda que el proveedor de su casa, su padre, había sido un hombre especial para esa época en Afganistán: "Odiaba la política".