¿Quién está en contra de la homosexualidad en la iglesia? No importa lo que digan los de la “marcha por la familia”, según la última Encuesta Nacional de Opinión Católica, 87% de los católicos mexicanos creen que homosexuales y lesbianas deben tener los mismos derechos que las demás personas; 96% si sólo consideramos a los jóvenes. El problema es que el número restante está alimentado por muchos jerarcas de la iglesia mexicana, que basan su intolerancia en prejuicios, y aducen “pruebas” insostenibles.
Gran parte de la discriminación de la jerarquía católica y de otras religiones contra las personas de sexualidad diversa se basa en un solo versículo, escrito hace más de 2,500 años. Se trata del Levítico 18, 22, que en una traducción moderna dice: “no te echarás con varón como con mujer; es abominación”. Sin embargo, es probable que este verso no haya sido parte de la redacción más antigua, y que en algún momento la homosexualidad era parte normal de la vida hebrea.
¿Qué es el Levítico y qué hace dentro de la Biblia?
La Biblia es un documento maravilloso desde cualquier punto de vista. Como testimonio antropológico, es un baluarte para entender nuestra cultura; como texto literario es una joya clásica; y como libro sagrado recoge una tradición que le ha dado sentido a la vida de millones de personas a través de la historia. Pero para mucha gente poderosa, la pobre Biblia ha servido también como ladrillo para romperle la cabeza a los inocentes. Se ha usado para justificar el genocidio de la colonización en América y de África, para sostener la opresión contra las mujeres, y para llamar “anti-natural” a cualquier persona que nació con la cualidad de sentirse atraída por personas de su mismo sexo. Estas manipulaciones, aunque insostenibles desde el punto de vista bíblico, no han hecho más que promover el odio.
Veamos el caso de la condena a la homosexualidad. El verso al que aludimos más arriba se encuentra en el libro conocido como Levítico, llamado así en griego en relación a la clase sacerdotal de los levitas (una de las doce tribus de Israel). Según los expertos, se considera que fue compuesto entre los siglos VI y V a.C. El periodo es tan amplio, porque ninguno de los libros de la Biblia fue redactado de una vez y para siempre. El pueblo hebreo antiguo tenía una noción muy diferente a la nuestra de la autoría. Para ellos, lo que escribía una persona en sus textos sagrados podía ser enmendado o corregido, porque los tiempos cambian y los textos sagrados debían adaptarse a la realidad. Lo que ahora conocemos como un libro único, en realidad fue redactado, corregido y aumentado durante mil años.
El Levítico también se sometió a tales revisiones. Se trata de un documento en el que se describen las reglas que deberían seguir los sacerdotes hebreos. Una de sus partes principales es conocido como el “Código de la santidad” (caps. 18-20 y 25), una serie de leyes de comportamiento que Dios pide a sus fieles. Como todos saben, la cultura hebrea antigua se construyó en torno a la idea de una “alianza” entre Dios y el pueblo: “yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo”. Varios pasajes de los primeros libros de la Biblia se dedican a contar esa historia y a establecer los términos en los que se lleva esa alianza. Los hebreos se ocuparon de redactar varios códigos legislativos, algo así como los términos del contrato entre ellos y Dios. Se consideraba que esos términos se llevaban a cabo bajo petición directa de la divinidad, Él los había dictado o, al menos, los había aceptado.
El principio básico del Código de la Santidad es que Dios es santo, y, por lo tanto, requiere que su pueblo también lo sea. Pero, ¿qué significa ser santo? El código presenta leyes sobre el uso de la sangre de los animales, las fiestas de culto, los lugares sagrados y la preocupación por los pobres, los esclavos y los inmigrantes. Además, contiene un pasaje célebre sobre las prohibiciones en materia de sexo.
Básicamente, estas prohibiciones se relacionen al incesto: no tener sexo con padres, madres, hermanos, hermanas, hijos, hijas, tíos, tías, etc. Y agrega que es “abominación” que dos hombres tengan sexo entre ellos. Sin embargo, aparentemente no todas estas reglas se escribieron así desde el principio. El estudio de los pasajes en su lengua original sugiere que las reglas del incesto pertenecen a una redacción más antigua, y que un enmendador más moderno las corrigió para que incluyeran las prohibiciones sobre el sexo entre hombres.
La vieja homosexualidad contra un redactor homofóbico
Según el académico Idan Dershowitz, la redacción de algunos de los versículos del capítulo 18 sugieren que la homosexualidad no sólo no estaba prohibida en la antigüedad hebrea, sino que además se le permitía y se le consideraba normal. Su argumento es el siguiente. El versículo 7 dice: “La desnudez de tu padre, o la desnudez de tu madre, no descubrirás; tu madre es, no descubrirás su desnudez”. En este capítulo se dice “descubrir la desnudez” como un eufemismo de “tener sexo”. Por lo tanto, la primera parte del versículo significa literalmente: “no tendrás sexo con tu padre ni con tu madre”. Es la segunda parte la que resulta interesante.
Es difícil conciliar las dos partes de este versículo. Al principio, parece que se enfoca en la prohibición de incesto con los dos padres; pero, ¿por qué la segunda parte sólo menciona a la madre? Algo similar ocurre en el versículo 14, “la desnudez del hermano de tu padre no descubrirás; no llegarás a su mujer; es mujer del hermano de tu padre”.
En ambos casos, se trata de un trabajo de edición. El primer redactor estaba satisfecho con decir “no tendrás sexo con tu padre, ni con tu madre”, y “no tendrás sexo con tu tío”. ¿Por qué? La hipótesis de Dershowitz es que el sexo entre dos hombres era una práctica normal. Por eso, dentro de las reglas del incesto, se especifica que uno puede tener sexo con los hombres que uno quiera, excepto el padre o el tío. Es posible que la adición sobre la homosexualidad, junto con estas glosas, haya sido tardía, una adición de un sacerdote homofóbico, pero que no representa el espíritu de toda la antigüedad hebrea. Dershowitz se pregunta, ¿cómo sería el mundo si ese redactor no hubiera intervenido el capítulo 18 del Levítico?
La Biblia no tiene la culpa
La Biblia cambió mucho durante mil años. Los hebreos y primeros cristianos tenían el buen criterio de modificar sus textos sagrados de acuerdo a los tiempos que vivían. Aunque la alianza con Dios se consideraba eterna, los términos de esa alianza pueden cambiar conforme cambia la política, la sociedad y la cultura. Prueba de ello es el versículo 22 del Levítico 18. Su estudio muestra que la concepción de la religión sobre la homosexualidad cambia, ha cambiado y seguirá cambiando. La minoría que sigue promoviendo el odio y cita a la Biblia como justificación, debería de dejar de echarle la culpa a los antiguos hebreos por sus propios prejuicios.