La joven tenía todos sus documentos en orden e incluso pagó 500 dólares para evitar las largas colas en el cruce fronterizo de Rafah para ingresar a Egipto, desde donde viajaría a Turquía.
Al llegar a la frontera el 21 de septiembre, no se le permitió salir. Ya que se lo impidió su padre, al amparo de una ley aprobada por la organización islámica Hamas, que gobierna el territorio, y que habilita al custodio legal de una mujer para prohibirle la salida del país.
“Me destrozó”, expresó la joven, al describir el momento en que las autoridades bajaron su equipaje del autobús con el que cruzaría la frontera. “Empecé a llorar. No podía ni pararme. Tuvieron que traerme una silla. Sentí que me robaban mi sueño”.
Cabe mencionar que un tribunal islámico controlado por Hamas dispuso que las mujeres no acompañadas debían tener el permiso de un “custodio” varón —marido, pariente o incluso un hijo— para poder salir del país.
Ante el revuelo generado por organizaciones de derechos humanos, Hamas modificó la medida y dijo que un pariente varón podía pedir a los tribunales que impidiesen salir a una mujer si esto generaba “grandes daños”. Se destaca que las mujeres no pueden impedir que viajen los hombres.
Un tribunal aceptó en principio el pedido del padre de Al-Najar y lo estudiará. Mientras tanto la muchacha no podrá salir del país. Ella vive con su madre, quien está separada de su padre. Dice que el padre suspendió todo contacto con ella en mayo. No fue posible localizar al padre para que hablase del tema.
Luego de que se le prohibiera salir del país, al-Najar acudió a varias organizaciones de derechos humanos, pero dijo que se mostraron reticentes a ayudarla, por temor a represalias de Hamas. Hizo un reclamo ante la justicia entonces, pero su padre no se presentó a la primera audiencia, por lo que el proceso fue postergado.
A los hechos, el juez del caso, le preguntó por qué quería salir de Gaza y le sugirió que estudiase en una universidad local.
Al-Najar, quien habla fluidamente inglés y lo enseña, quiere ser periodista. Dice que un país multicultural como Turquía le ofrece oportunidades que no hay en Gaza, que está aislada del resto del mundo.
La vista fue postergada una segunda vez porque el abogado del padre se enfermó. El miércoles fue aplazada por tercera vez porque su nuevo abogado dijo que necesitaba tiempo para estudiar el caso.
La beca fue extendida hasta fin de año, pero si para entonces no puede viajar, al-Najar la perderá.
“Me di cuenta de que nadie me va a ayudar, que dependo de mí misma, que tengo que ser fuerte y pelear por mis derechos”, manifestó. “En lugar de llorar en mi habitación y de deprimirme, decidí luchar. Por primera vez en mi vida decidí dar batalla”.
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