A principios de este siglo, un grupo de investigadores comandados por la profesora Ekaterina Dadachova de la Universidad Saskatchewan, Canadá, lograron adquirir varios hongos que habitan en las paredes del reactor número 4 de Chernóbil, los cuales parecen alimentarse del grafito radioactivo presente en el mismo nucleo fundido. Este descubrimiento fue posible gracias al apoyo de robots dirigidos por control remoto y equipados con cámaras. Llevaron a cabo el estudio de tres especies concretas: Cladosporium sphaerospermum, Cryptococcus neoformans y Wangiella dermatitidis, hallaron que tenían la capacidad de tener un crecimiento más rápido que otros hongos gracias a la radiación.
¿Cómo es posible que unos seres vivos estén habitando en un lugar tan mortífero que los humanos no pueden ni acercarse? En el mundo todavía existen muchas cosas que no se han descubierto, por lo que conforme van pasando los años la naturaleza nos puede seguir sorprendiendo.
Había una característica en la que coincidieron estas tres especies y es que poseían grandes cantidades de melanina, que es precisamente el pigmento que da color a la piel de los humanos. Los humanos con la piel oscura, poseen mucha más melanina en la piel que los de tez pálida, lo cual deja claro porque esta sustancia absorbe la luz y disipa la radiación ultravioleta.
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