El papa Francisco celebró el día de hoy la misa de Domingo de Ramos, la primera en realizarse desde que comenzó la pandemia.
Decenas de miles de personas asistieron a la misa en la Plaza de San Pedro, con ramas de palma y olivo, lo que marca la primera vez desde 2019 que se permite el ingreso del público a la plaza luego de dos años de misas reducidos debido a las restricciones Covid.
Un brote de dolor en la rodilla obligó al papa Francisco, de 85 años, a saltarse la tradicional procesión desde el obelisco en el centro de la plaza hasta el altar, en los escalones de la Basílica de San Pedro.
En cambio, observó mientras estaba sentado en el altar, hasta donde lo llevaron en un automóvil pequeño. Más tarde, el papa cojeaba mientras daba la misa.
El Domingo de Ramos conmemora el día en que el Evangelio dice que Jesús entró en Jerusalén montado en un burro y fue aclamado por la gente, solo para ser crucificado cinco días después. También marca el inicio de la Semana Santa, que termina hasta el Domingo de Resurrección.
El Papa pide paz en Ucrania
El papa Francisco evocó los horrores de la guerra en Ucrania en su misa, aunque no mencionó específicamente al país.
“Cuando recurrimos a la violencia demostramos que ya no sabemos nada de Dios, que es nuestro Padre, ni tampoco de los demás, que son nuestros hermanos y hermanas”, dijo.
“Perdemos de vista por qué estamos en el mundo e incluso terminamos cometiendo actos de crueldad sin sentido. Vemos esto en la locura de la guerra, donde Cristo es crucificado una vez más”, aseveró el Papa.
Francisco habló de “madres que lloran la muerte injusta de maridos e hijos... refugiados que huyen de las bombas con niños en brazos... ancianos dejados solos para morir... jóvenes privados de futuro... soldados enviados a matar a sus hermanos y hermanas... Cristo está crucificado allí hoy”.
Desde que comenzó la guerra, el papa Francisco solo ha mencionado a Rusia específicamente en oraciones, como durante un evento mundial especial por la paz el 25 de marzo, pero usando términos como invasión y agresión.
El miércoles pasado, el papa Francisco condenó “la masacre de Bucha” y besó una bandera ucraniana enviada desde la ciudad, donde cuerpos atados y disparados a quemarropa cubrían las calles después de que las tropas rusas se retiraran y los cuerpos salieran de una fosa común en una iglesia.
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