Contaminación lumínica: Así afecta nuestra salud

Las grandes urbes de todo el mundo la padecen desde hace tiempo. Es generada por las emisiones de luz que provienen de fuentes artificiales con una alta intensidad

Además de la contaminación atmosférica y de la acústica, las grandes urbes de todo el mundo padecen desde hace tiempo lo que se conoce como contaminación lumínica. Generada por las emisiones de luz que provienen de fuentes artificiales con una alta intensidad, esta última puede causar estragos en nuestra salud.

Una variante de esta contaminación lumínica es la que generan las pantallas de los televisores, las computadoras y, sobre todo, los celulares (debemos tomar en cuenta que la mayoría de la gente, en especial los jóvenes, pasa horas y horas viendo la pantalla de su celular y ésta produce una radiancia muy alta).

  • Inhibición de la secreción de melatonina

    • La exposición, durante la noche, a fuentes de luz intensa inhibe la secreción de melatonina, una hormona que se encarga de regular el ciclo sueño-vigilia. Al respecto, el investigador universitario explica: “En todos los animales diurnos, la secreción de melatonina se lleva a cabo en la noche. Es necesario que no haya luz o que haya muy poca para que se secreten los niveles adecuados de esta hormona. Antes del anochecer, cuando aún se percibe una luz tenue en el cielo, la secreción de melatonina empieza a aumentar paulatinamente. Por eso, si una persona no la secreta en esos momentos o la secreta muy poco, se puede prever que tendrá insomnio, pues esta hormona permite conciliar el sueño. ¿Por qué? La melatonina frena, de alguna manera, la actividad neuronal general, lo cual da lugar a la reestructuración de los circuitos cerebrales que posibilita el sueño.”
    Trastornos del estado de ánimo
    • La exposición a fuentes de luz intensa en la noche modifica varias funciones cerebrales, lo cual nos ocasiona no sólo insomnio, sino también trastornos del estado de ánimo durante la vigilia.
    Hipertensión, obesidad, diabetes, cáncer
    • Cuando estamos viendo una pantalla de televisión, de computadora o de celular a las 10 de la noche —cosa que no es natural, aunque sí común— se alteran las señales que le llegan al núcleo supraquiasmático, el principal reloj biológico de los mamíferos localizado en la parte anterior del hipotálamo.