De acuerdo con la organización Dolphin Project, el Delfín Honey fue capturada en las brutales cacerías de Taiji en 2005, para vivir en el Acuario del Parque Marino Inubosaki, en la ciudad de Choshi, en la prefectura de Chiba, al este de Tokio.
Pero el acuario tuvo que cerrar sus puertas a los visitantes en 2018 a causa de muchas deudas financieras, por lo que Honey estuvo "encarcelada" junto con 46 pingüinos, cientos de peces y reptiles por años, mientras que el destino de la instalación permanecía en el limbo.
Por muchos meses, estos animales fueron alimentados por un empleado, pero en todos los demás ámbitos se les dejó viviendo en muy malas condiciones, como agua sucia y estresados por el confinamiento.
Por ello, la organización Dolphin Project y activistas japoneses intentaron buscar una resolución para Honey y los otros animales abandonados, sin tener éxito.
En noviembre del 2019, el acuario fue vendido con todo y los animales, entre ellos Honey. No obstante, los activistas siguieron buscando la forma de liberar a Honey en su hábitat natural para que pudiera retirarse en paz y dignidad, pero tristemente en febrero del 2020 se determinó que debido a su tiempo en cautiverio no podría sobrevivir, y el 29 de marzo murió en su tanque.
En octubre de 2019, Dolphin Project, junto con el Departamento Forestal de Yakarta Central y JAAN establecieron el primer santuario permanente de delfines del mundo.
La difícil situación de Honey llamó la atención mundial y provocó un gran movimiento dentro de Japón. Aunque trágicamente no pudo escapar del recinto artificial en el que sufrió, Honey seguirá siendo el rostro del cautiverio de los delfines durante muchos años.
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