El olfato es el sentido que nos ayuda a percibir y distinguir los olores, también conocidos como aromas.
Al igual que el sentido del gusto, el olfato es un 'sentido químico' porque detecta e identifica sustancias químicas volátiles que están disueltas en el aire.
El sentido del olfato nos proporciona diversas funciones, como la capacidad de identificar un alimento, alertarnos en distintas situaciones de peligro o percibir alimentos en mal estado, un incendio, un escape de gas u otros tóxicos.
El proceso es el siguiente: las moléculas odorantes interaccionan con nuestros receptores olfativos, que se localizan en la parte superior de las fosas nasales. Concretamente, en la glándula pituitaria o región olfatoria.
Actualmente, se conocen miles de aromas y hay estudios que demuestran que los seres humanos tienen la capacidad de distinguir hasta 10.000 olores diferentes.
Sin embargo, la apreciación de un aroma es subjetiva, ya que puede estar influida por ciertos aspectos emocionales o culturales.
De hecho, el mismo olor puede resultar agradable, desagradable o indiferente para personas distintas.
Por este motivo, independientemente de cómo se perciba un aroma, se propuso en 1916 una sencilla clasificación, conocida como Prisma de Henning, que postula seis aromas principales: podrido, etéreo, resinoso, quemado, fragante y a especias.