Los brasileños votaban este domingo para decidir si mantienen al ultraderechista Jair Bolsonaro en el poder o se lo devuelven al gran favorito en las encuestas, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, dos archirrivales que encarnan visiones opuestas de Brasil.
Lula puede imponerse incluso en esta primera vuelta, mientras que Bolsonaro insiste en que las encuestas mienten y asegura que puede haber fraude.
En todo el país, los brasileños formaban largas colas frente a los colegios electorales, que cerrarán a las 20H00 GMT.
Bolsonaro, de 67 años, ha gobernado el mayor país de América Latina a golpe de crisis, especialmente con una fustigada gestión de la pandemia que dejó 686.000 muertos y un desafío constante a las instituciones democráticas.
Mantiene un sólido apoyo entre el electorado evangélico, el agronegocio y los sectores más conservadores.
Lula, que presidió Brasil durante un periodo de fuerte crecimiento y dejó el poder con un envidiable índice de popularidad, vuelve al ruedo político sin poder sacudirse a ojos de parte de la sociedad la mancha de la corrupción. Fue condenado y luego absuelto por motivos procesales por el escándalo "Lava Jato" sobre una red de sobornos en la petrolera estatal Petrobras.
Este autodenominado "joven de 76 años", excarcelado en 2019 tras pasar 19 meses en prisión, cuenta con el apoyo de las clases populares, las mujeres y jóvenes y trata de seducir al mercado y sectores moderados. Su candidato a vicepresidente es el tecnócrata Geraldo Alckmin.
De ganar, promete combatir el hambre en Brasil, sacar al país de su aislamiento diplomático y poner fin a su imagen de "paria" medioambiental, debido a la deforestación masiva de la Amazonía registrada bajo Bolsonaro.
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