Gabriel murió a manos de su madre y la pareja sentimental de esta cuando apenas tenía 8 años.
Pearl Fernández y su novio, Isauro Aguirre, lo golpearon y quemaron porque creían que era homosexual.
De acuerdo con el juez George Lomeli, del Tribunal Superior de Los Ángeles, sus acciones fueron "malvadas", pues el pequeño fue encontrado inconsciente y con el cráneo fracturado, así como con las costillas rotas. Falleció tan sólo dos días después.
Tras darse a conocer la noticia, el caso desencadenó varias reformas en los servicios de protección a la infancia de Los Ángeles y se presentaron demandas contra trabajadores sociales que dejaron a Gabriel bajo la custodia de su madre.