Casi 150 millones de escolares chinos de entre 3 y 15 años volvieron hoy a las aulas tras un verano en el que China estuvo combatiendo dos rebrotes por la COVID-19 en el este y el sur del país que limitaron la movilidad de los estudiantes durante el periodo vacacional.
Las guarderías, las escuelas primarias y las secundarias retomaron hoy la actividad en gran parte del país asiático, pero con una serie de medidas antiepidémicas, como por ejemplo la necesidad de aportar el historial de viaje de los 14 días previos al inicio del curso, algo que también se aplica a los profesoras y resto de personal de los centros de enseñanza.
En el caso de aquellos que viajaron al extranjero o a zonas consideradas de riesgo o han atravesado “situaciones anómalas” en lo que a salud se refiere durante la pausa veraniega, deberán aportar un resultado negativo en un análisis de ácido nucleico realizado 48 horas antes del regreso a las clases.
Todo esto porque desde mediados de julio y hasta la semana pasada, el país estuvo batallando con un rebrote de COVID-19 en la provincia meridional de Yunnan y otro en la oriental Jiangsu, cuyo origen habría estado en el aeropuerto de la capital regional, Nankín, y después se propagó por una docena de provincias más.
Sin embargo, los últimos cuatro partes diarios de la Comisión Nacional de Sanidad de China indicaron que todas las nuevas infecciones registradas en esos días se les habían diagnosticado a viajeros procedentes de fuera de las fronteras de la China continental, con lo que no ha habido contagios locales.
Las autoridades sanitarias dijeron hoy que en estos momentos hay 1,022 contagiados activos en el país asiático, 3 de los cuales se encuentran graves.
Según las cuentas de la institución, desde el inicio de la pandemia se han infectado 94.898 personas en el país, entre las que 89,240 han logrado sanar y 4,636 fallecieron.
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Con información de EFE.