El hombre convenció a unos 50 parroquianos para que le hicieran depósitos, asegurando que el dinero iba a ser destinado a obras comunitarias en África.
De acuerdo con medios locales el ludópata ya debía 1.4 millones de francos suizos, equivalente a 1.1 millones de dólares. Lo más sorprendente es que la Diócesis conocía su pasión por el juego y las apuestas y aún así lo dejaron laborar.
Las autoridades religiosas ya le habían ofrecido ayuda en reiteradas ocasiones para combatir su adicción, pero el hombre se negaba rotundamente. Los feligreses no estaban enterados de la situación.
Estando en Rusia luego de apostar en varios partidos y asistir a otros tantos le llegó la culpa y se arrepintió de sus 'pecados'. Decidió confesar su acción y le pidió perdón a los afectados a través de mensajes.
Ahora el hombre enfrenta la posibilidad de múltiples demandas por las personas a las que estafó.
Lo curioso de la situación, es que a pesar de eso, algunos feligreses aún le profesan admiración y hasta han exigido que retome sus hábitos.