En el corazón de la zona radiactiva de exclusión de Chernobyl hay una granja experimental en la que, desde hace años, un grupo de científicos ha estado cultivando cereales. Centeno, para ser exactos. Estos investigadores, liderados por el profesor Jim Smith, de la Universidad de Portsmouth, quieren demostrar que es posible elaborar productos consumibles a partir de ingredientes contaminados. Ahora han anunciado su primera creación: un vodka artesanal, llamado Atomik, embotellado por la recién fundada Chernobyl Spirit Company.
El concepto de un vodka destilado en la zona de exclusión de Chernobyl parece salido del diagrama de Venn de un turista macabro: una mezcla seductora de fetichismo morboso y de emociones fuertes. Sin embargo, Smith insiste en que su producto “no es más radiactivo que cualquier otro vodka”. Y ahí está la gracia.
"Cualquier químico sabe que, al destilar algo, las impurezas se quedan en el producto residual”, explicó.
Usamos centeno ligeramente contaminado y agua del acuífero de Chernobyl y lo destilamos. Pedimos a nuestros amigos de la Universidad de Southampton, que tienen un laboratorio de radioanálisis fantástico, que comprobaran si el vodka contenía radiactividad. Y no encontraron nada. Todos los valores estaban por debajo del límite de detección”.