La construcción de espacios seguros para la convivencia de niñas, niños y adolescentes en su entorno, a fin de prevenir violencias en sus comunidades, es un reto complejo, cuyo primer paso de solución es la identificación de lugares públicos que puedan transformarse en zonas adecuadas para el desarrollo de niñas, niños y adolescentes, enfatizó la Secretaría Ejecutiva (SE) del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna).
Por muchos años, a este tema no se le dio la importancia que merece, pero ahora se activa un proyecto que requiere el apoyo de los Sipinna estatales y municipales, porque es en sus territorios donde ocurre la vida de niñas, niños y adolescentes, para quienes la coordinación entre autoridades es primordial, subrayó la encargada de despacho de la SE del Sistema nacional, Constanza Tort San Román, en la Décima Novena Sesión Ordinaria de la Comisión de Secretarías Nacional y de Entidades Federativas del Sistema Nacional.
La directora de Políticas de Prevención y Atención de Violencias de la SE del Sipinna nacional expuso que se ha propuesto a las 32 secretarías ejecutivas de los sistemas estatales el mapeo de lugares susceptibles de ser intervenidos, y en los que sea urgente la generación de espacios seguros en las comunidades.
Para ello, deben identificarse esos espacios a partir de un análisis de datos georreferenciados sobre violencia contra niñas, niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad, y detectar la intervención de programas sociales en esos lugares y en aquellos en los que ya actúa el programa de Mejoramiento Urbano de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), como son los módulos de policía, faros, bibliotecas, lecherías o comunidades de fe.
El siguiente paso consiste en la detección de actores que puedan trabajar o ya laboren en el espacio, como son autoridades municipales, organizaciones de la sociedad civil, los grupos autogestivos de niñas, niños y adolescentes, y las comunidades de fe y/o líderes comunitarios que faciliten la implementación de estos espacios seguros.
La metodología se aplicará de manera adaptada, ya que proviene del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), que la creó para situaciones de emergencia por desastres naturales o para dar alojamiento a niñez y adolescencia migrante, y se ha
ido desarrollando para crear comunidades seguras.
De esa forma se capacita a las autoridades de los tres órdenes de gobierno y a las organizaciones de la sociedad civil que actúan en los espacios comunitarios, sobre temas de derechos humanos y herramientas de crianza positiva.
La recolección de las voces y opiniones de niñas, niños y adolescentes es esencial en el proceso de recuperación urbana, como ha quedado demostrado en el pilotaje del proyecto en el Estado de México, que se ampliará a Hidalgo y Puebla.
En colaboración estrecha con la Secretaría de Cultura, mediante el programa Alas y Raíces de la Coordinación Nacional de Desarrollo Cultural Infantil (CNDCI), se lanzó la convocatoria del proyecto ‘Laboratorios creativos, para creadores artísticos y talleristas culturales’.
La aportación financiera de Alas y Raíces permitirá la realización de 100 proyectos, de los que, por ahora, 35 serían para primera infancia (0 a 5 años de edad), 30 para niñas y niños de 6 a 12 años, y 30 para adolescentes de 13 a 17 años de edad.