La noche del 28 de marzo de 1982 un suceso extraordinario cambió la vida de miles de familias zoques: la erupción del volcán Chichón o también conocido como el Chichonal.
Este volcán desató su furia y afectó a decenas de comunicados de Francisco León, Chapultenango y Pichucalco, principalmente. Más de 20 mil familias zoques lo perdieron todo y aunque no existe un dato oficial, sobrevivientes presumen que más de 2 mil personas perdieron la vida.
Antonio Gómez González, quien hoy es coordinador del Programa de Apoyo Académico a Estudiantes Indígenas de la Unicach, es sobreviviente de este hecho histórico y relata lo que sucedió la noche del 28 de marzo de 1982.
“Yo tenía tan sólo cuatro años, recuerdo que vivía con mis papás, mis dos hermanos y mis abuelos, a las 9:00 de la noche aproximadamente vimos fuego a lo lejos, como un incendio, pero pensamos que era eso, pero poco a poco el fuego se fue haciendo más grande.
Pero en poquito tiempo el volcán empieza su furia, empieza a tirar piedras grandísimas, muchas de ellas le cayeron a personas, la actividad del volcán era letal”.
Antonio Gómez, aseguró que en cuestión de minutos, su familia acudió a la iglesia de Carmen Tonapac, pero todas las personas comenzaban a huir y ellos antes de emprender un viaje sin regreso, pero antes y en medio de la tragedia, su padre, liberó a cientos de animales de rancho que eran de su propiedad con la finalidad de que escaparan y pudieran salvarse.
“Las cenizas taparon todo, fue como un desierto, caían cenizas, habían manantiales, animales muertos”, dijo Antonio Gómez González.
Y aunque la familia de Antonio Gómez, emprendió un largo trayecto de horas caminando, rumbo a Copainalá, cientos de personas se tuvieron que dispersar a diversas comunidades, pero lamentablemente muchos más ya no lograron sobrevivir a la tragedia.
“Hay mucha gente que quedó enterrada ahí, mucha gente, yo recuerdo un poco dentro de mi somnolencia, cuando caminábamos se escuchaban gritos en el camino, en barrancos, que pedían ayuda que ahí quedaban porque los golpeó una piedra o se cayeron y ahí se quedaron”.
Pero la tragedia no fue sólo el 28 de marzo de 1982, las consecuencias se siguieron presentando meses adelante. En el caso de la familia de Antonio Gómez, su hermano de nueve meses de edad falleció, al igual que su abuelita, presumiblemente a consecuencia de haber inhalado cenizas, aunada a la avanzada edad de su abuela.
Quienes lograron sobrevivir, padecieron las secuelas durante muchos meses, no pudieron retornar nunca a sus viviendas y después de haber estado de albergue en albergue, finalmente fueron reubicados a la comunidad que hoy lleva por nombre Nuevo Carmen Tonapac, sin embargo, tuvieron que transcurrir muchos años para poder recuperar su economía familiar, mientras que otros más, a pesar de haber transcurrido 40 años, nunca pudieron hacerlo.
“Todavía hay secuelas del asunto porque hay personas que no se recuperan totalmente, mucha gente sufrió y recuerda cómo me hubiera gustado regresar a mi tierra, porque las tierras aquí sólo se siembran una vez al año y es temporal”.
A 40 años de haberse registrado este hecho, familias de la comunidad Nuevo Carmen Tonapac realizarán un evento conmemorativo, para recordar lo ocurrido en 1982 y rendir homenaje a las miles de personas que perdieron la vida en este hecho.
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