Estos forman parte de la cultura de México porque ha pasado por diferentes épocas. Cristina Barros, investigadora en cocina tradicional mexicana durante una entrevista en la quinta Jornada de Tamales y Atole, del Instituto de Investigaciones Antropológicas destacó que se trata de un alimento muy variado.
Hay diferentes formas de prepararlo y se puede hacer con masa nixtamalizada o de elote del fruto del maíz tierno. También hay de amaranto.
"Yo diría que es el platillo nacional porque lo encontramos desde el Río Bravo hasta Suchiate, Chiapas, está presente en toda la República Mexicana, y tenemos desde los muy delgaditos, con su condimento de comino, pasando por los llamados barbones de la costa de Sinaloa con camarón, y llegando hasta los chiapanecos hechos de ciruela pasa, donde es evidente la presencia árabe" añadió la investigadora.
Podríamos indagar su origen a partir de algunas reflexiones e investigaciones que han hecho Patricia Colunga y Daniel Zizumbo, quienes localizaron una zona cerca del volcán de Colima donde pudo haber un conjunto de antecedentes silvestres del maíz, recordó Barros.
A partir del teocintle (pariente silvestre del maíz y su antecesor directo del cual se domesticó el maíz) descubrieron platillos elaborados en dicha zona que pudieron hacerse sin cerámica, en un tiempo más remoto, recordó.
Se encontraron tamales hechos con hojas de un árbol. Se hacían con una masa de maíz, luego envolvieron y lo cocían al rescoldo. Así, es muy probable que antes del tamal al vapor hubiera tamales cocidos al rescoldo.
Además, existen otras investigaciones en El Salvador, donde el arqueólogo García Moll y algún otro investigador localizaron hoyas que pudieron contener tamales.
En dicho lugar, añadió la entrevistada, pudo quedar detenido el tiempo, porque se cubrió de cenizas, conservó la zona, y esto permitió que haya una investigación interesante sobre la manera de comer en el tiempo.
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