Después de la conquista española, con las enseñanzas de Vasco de Quiroga, el primer Obispo de Michoacán, la Navidad ha resultado una fusión de la cultura purépecha con la ibérica.
Entre las tradiciones ancestrales que sobreviven hasta nuestros días en los poblados pertenecientes a Michoacán, se encuentra la fiesta de Takari, realizada en Tarímbaro, en la cual se efectúa una danza por diversas calles del pueblo, al tiempo que se recoge heno para elaborar el lecho del Niño Dios.
Tradición
Las figuras del Nacimiento se manufacturan de forma artesanal. Las imágenes en ciertas regiones son de madera tallada o cera, sobre todo las procedentes de Morelia y Jacona.
Las representaciones del Nacimiento, la Virgen, San José y el Niño se engalanan con ornamentos de las distintas etnias y se rodean por figuras que refieren danzas típicas michoacanas, como "los Moros" o "los Viejitos", mujeres indígenas moliendo en metates, o pescadores con las tradicionales redes de mariposa.
Otros ritos tienen lugar en Quinceo, un poblado de Paracho, cerca de Uruapan, donde se lleva a cabo la fiesta Uarokua, en la que se representa el momento en el que se corta el cordón umbilical al Niño Dios.
También hay personas que durante la temporada navideña toman cargos especiales como los huanánchechas, quienes son los responsables de mantener las tradiciones vivas.
Por su parte, los "danzantes" son quienes se encargan del folclor musical en estas festividades. Destacan "los kúrpites" en San Juan Nuevo, cerca de Uruapan; "las huapanas" en Ihuatzio, próximo al Lago de Pátzcuaro; y "los turicha", en Quiroga.
Con danzas que conjugan elementos indígenas y católicos, ritos que celebran el origen del Niño Dios ataviado en vestimenta étnica o nacimientos en los que se incluyen escenas del acontecer diario de los diversos poblados de Michoacán. Una temporada para celebrar la Navidad a la mexicana.