Ciudad de México.- El corazón de Tepetitán latió en el Zócalo de la Ciudad de México. Los ojos de Tepetitán se iluminaron y se humedecieron. La sonrisa de Tepetitán fue más feliz que nunca. El sitio que vio nacer y hacerse hombre a Andrés Manuel López Obrador, el nuevo Presidente de México, vivió el mejor instante de su historia lejos de la humedad, pero con todo el calor que lo caracteriza.
“Obrador es un hombre muy humilde, esa es su mayor cualidad, la que siempre lo ha distinguido y la que lo ha llevado a convertirse en un líder, en el mejor líder de nosotros los mexicanos, no sólo los de Tepetitán o los de Tabasco, sino de todos, todos los mexicanos. Por eso ha llegado tan lejos y va a seguir llegando lejos, porque además es un hombre bueno”, expresó entre lágrimas contagiosas María de Jesús Hernández López, una de las más de 500 personas oriundas de este poblado de Macuspana que viajaron más de 12 horas hasta la Ciudad de México para ver cristalizado un sueño que hicieron suyo.
María llegó por la mañana del sábado a la capital del país. Estaba cansada. El calor lo extrañaba poco, la plancha del Zócalo era hervidero de alegría y de esperanza. “No importa cuánto viajamos, lo importante es que aunque estamos dispersos en todo el Zócalo, ya estamos aquí y vamos a seguir apoyando a Obrador, él nos enseñó a no rendirnos y por él y por nuestras familias estamos aquí”, añadió a Diario Presente.
Estaba emocionada desde antes de que iniciara la ceremonia del cambio de poderes. Igual que miles de personas lo vio a través de una pantalla. De nuevo, la ilusión de toda una vida, el ejemplo de un hombre y sus actos y la fuerza para llevarlos a cabo, se habían impregnado en ella y en el resto de los tabasqueños que la acompañaban.
Entre ellos estaba Ramón. Él y otro pequeño pero intenso grupo de paisanos, sostenían una lona con fotografías del Presidente. Ellos lo vieron entre pantanos, tierra húmeda y sol ardiente. En las imágenes aparecía el hombre que luchó por su pueblo y por el respeto a la ley en 1992, cuando quiso y no pudo –no lo dejaron, explican- ser Gobernador.
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“Fue la primera vez que creímos en él. Lo acompañamos hasta aquí, hasta la Ciudad de México para exigir el respeto a las leyes. No lo dejaron llegar, pero ahora la voluntad del pueblo fue mucho más fuerte. No había manera de que no fuera Presidente. Todos queríamos eso y se nota”, expresó.
En cuanto protestó hacer valer la Constitución estallaron. Hubo lágrimas, hubo sonrisas y hubo luz saliendo de sus corazones. La promesa de toda una vida y la ilusión de hacer de México un mejor país había dado otro paso más para critalizarse.
Ella no fue la única tabasqueña. En el Zócalo también estuvo Alejandro, un joven que hace seis años vivió uno de los peores momentos de su vida a unos metros de donde ayer se encontraba. Era parte del Movimiento Yo Soy 132 en Tabasco y junto a otros jóvenes viajó a la Ciudad de México a manifestar pacíficamente su descontento por la llegada de Enrique Peña Nieto al poder. Fue agredido físicamente, arrestado y encarcelado por policías. Nueve días después logró salir de prisión al no haber pruebas suficientes para que permaneciera ahí.
“Hoy puedo decir que estoy feliz. Es un día para celebrar que llega alguien que cree en la democracia y que va a permitir que cuando no estemos de acuerdo con él se lo hagamos saber. Estoy con él en muchas cosas, pero estoy seguro de que cuando no sea así, podré manifestarme”, aseguró.
Con cada palabra de su discurso se percibía mayor alegría. Cuando habló de la refinería que se construirá en Dos Bocas y del Tren Maya, prometiendo mayor desarrollo para el sureste, hubo otra explosión de júbilo. De nuevo, esperanza, placer y sueños que ven cada vez más cerca. Más de lo que nunca soñaron.Mención especial a su aviso de terminar con la Reforma Educativa.
En el Zócalo también había maestros de Cárdenas. Ellos, como otros tantos profesores a nivel nacional, asumen que la ley promulgada anteriormente sólo modificaba aspectos laborales y no contribuía en nada a mejorar la calidad de la enseñanza.