Esta fundación realizó una exitosa intervención en una comunidad del estado de Hidalgo, con la que logró romper con la polarización entre comunidades y sentar las bases para una sana convivencia. Esta misma fórmula ya se está aplicando en otras regiones.
En una zona inhóspita, donde domina la pobreza y la violencia, hay condiciones de cambiar el horizonte. La Fundación Vinte, LA CLAVE DE OBSERVAR Y TEJER REDES El presidente de la Fundación Vinte parte de un principio básico para generar un ecosistema positivo en una comunidad: la observación y el entendimiento de las dinámicas del lugar, para después ubicar algún espacio público que pueda ser rescatado y así dar paso a la integración. "Si tú te quedas un par de días, rápido identificas las actividades del lugar. A partir de esa observación, ubicas a las personas y líderes que puedan colaborar en la rehabilitación de espacios. Ahí empieza el primer contacto, para después definir qué se puede hacer con ese espacio. El objetivo es construir un área limpia, funcional y atractiva, para el disfrute de toda la comunidad", explica Carlos Alberto Cadena Ortiz de Montellano. Uno de los proyectos icónicos de la Fundación Vinte es ´El Pedregal´, una comunidad donde viven 750 familias y que está ubicada en Atotonilco de Tula, en el estado de Hidalgo, a menos de 100 kilómetros de distancia de la Ciudad de México. Ahí, Vinte construyó ´Real Castilla´, un fraccionamiento que rompía completamente con el entorno. Es decir, mientras en su interior había infraestructura y un parque para el disfrute de sus habitantes, afuera dominaba la falta de desarrollo urbano y la pobreza. Fue entonces que la primera expresión que se manifestó fue la polarización. Los habitantes de ´El Pedregal´ acusaban que los vecinos de ´Real Castilla´ los habían invadido y éstos, por su parte, no permitían el acceso a los primeros. No se tenían las condiciones para generar un tejido social. Además, por si esto no fuera suficiente, el modo de vida que imperaba en la zona estaba basado en una actividad ilegal: el robo de combustible o la adulteración de éste, mejor conocido como ´huachicol´. Urgía crear un ´puente´ entre ambas comunidades, que les permitiera convivir de manera armónica y, para ello, entró en acción el equipo de la Fundación Vinte conformado por trabajadores sociales, psicólogos, sociólogos, pedagogos, bajo un objetivo claro: generar comunidad hacia afuera de las comunidades Vinte. Así, el rescate de un espacio público fue la raíz del cambio, considerando que dichos espacios son el lugar ideal para reunir a la gente y detonar una plática y una convivencia amistosa. Gracias a la observación, fue posible elaborar un diagnóstico y desarrollar una propuesta que podría resultar atractiva para las comunidades. Al respecto, Carlos Alberto Cadena Ortiz de Montellano cuenta lo importante de observar, proponer e inspirar el cambio: "Es increíble la manera en la que pequeños esfuerzos tejen grandes redes que pueden solucionar grandes problemas de la sociedad. Cuando involucras a las personas para construir y mejorar el espacio fortaleces el tejido social". El reto no era nada sencillo. En ´El Pedregal´ solo había una escuela primaria, una telesecundaria y mucho conflicto. Por lo tanto, era necesaria una intervención quirúrgica que permitiera cambiar el horizonte. De esta manera, el equipo de la Fundación Vinte ubicó a los líderes sociales de la comunidad, realizó un levantamiento social y ahí encontró algo que podía lograr la magia: un terreno de tierra que se usaba para pastar borregos, como estacionamiento irregular y, a veces, era una cancha de futbol. El primer ingrediente para generar comunidad es la confianza. Por eso, el equipo de la Fundación Vinte dedicó más de un año en platicar con los habitantes de la comunidad de ´El Pedregal´ y conocer sus intereses, pero también en buscar la manera de resolver sus problemas cotidianos. Al mismo tiempo, el objetivo no se perdía de vista: ser una especie de ´pegamento´ para unir a comunidades enfrentadas. Finalmente, el proceso de concordia se materializó a través de un hermoso campo de futbol, que al final se ha convertido en un ´punto neutro´ entre los habitantes de ´El Pedregal´ y de ´Real Castilla´ y que, también, se usa para celebrar las fiestas patronales y organizar convivencias vecinales. Hoy, por ejemplo, hay niños jugando. Carlos Alberto Cadena Ortiz de Montellano observa así el fenómeno que ha ocurrido en ´El Pedregal´: "Es como mágico porque, de repente, a partir de una actividad tan sencilla como es el juego, pero también al sacar a pasear a una mascota o ver una película al aire libre, el humano es tan generoso que con esa participación tan fácil puede estar generando comunidad y ayudando a que ese entorno sea más seguro". La raíz del cambio, entonces, se logró a través de un interés compartido: el futbol. Para materializarlo, la Fundación Vinte generó una alianza con la Fundación Scholas México para crear un proyecto llamado "Futval", que consiste en promover el deporte con valores como la hermandad, de tal forma que el equipo ganador no sería aquel que anotara más goles sino el que generara la mejor dinámica en equipo. Finalmente, la magia ocurrió: los adultos, vecinos de ambas comunidades, fungieron como entrenadores de equipos infantiles y así se generó ese puente entre ´El Pedregal´ y ´Real Castilla´, y hasta la fecha la buena convivencia es natural. La intervención de la Fundación Vinte en ´El Pedregal´ generó lo que para muchos podía ser un milagro, pero que al final implicó un esfuerzo del equipo de la fundación y, sobre todo, de las comunidades beneficiadas, que finalmente son ellas las que dotan de sostenibilidad cualquier proyecto que pretenda generar tejido social. Así, gracias a esta intervención, la Fundación Vinte detectó ciertas características que podían ser replicadas en otras regiones y, de algún modo, sentar las bases para construir comunidad. Primero, ubicar un espacio público que cuente con una estructura de vecinos que se haga cargo de ellos y en el que todos tengan un objetivo común. Sin eso, no hay manera de que ocurra un cambio; se podrían rehabilitar espacios, pero con el tiempo quedan en el olvido. La condición de hacer comunidad es que sus miembros le impriman su identidad al espacio y que exista un grupo de personas dispuestas a dedicarle tiempo para que dicho espacio se conserve y así todos los vecinos lo puedan usar de forma libre. Y, ahí, se generan efectos multiplicadores. Después, a raíz de la experiencia en ´El Pedregal´, la Fundación Vinte buscó nuevos proyectos para seguir en su propósito de construir comunidad de la mano de las autoridades locales. Así llegó a ´San José´, otra comunidad en el municipio de Atotonilco de Tula, que tenía una problemática muy desafortunada: un alto consumo de drogas en jóvenes y niños, junto con una alta incidencia de robos. La comunidad, además, tenía la sensación de ser solo un botín para los políticos, de ser escuchados solo en tiempos de elección y para capturar su voto. En este caso la magia ocurrió con la rehabilitación de una multi cancha y de un kiosko, en el que han ocurrido todo tipo de experiencias de integración: bailes, talleres de estilismo, clases, sesiones fotográficas para adultos mayores... Y hubo algo más: el involucramiento de "Ximena", una voluntaria, recién graduada de la universidad, quien detonó la participación, la creatividad y la inspiración de cambios en los habitantes de esta comunidad. Ahora, en ese lugar abundan las sonrisas, al tiempo que los habitantes han recuperado de algún modo la confianza en las autoridades. La ´ola expansiva´ del propósito de la Fundación Vinte continúa y, en este momento, el proceso de reconstrucción del tejido social tiene lugar en ´Progreso´ y ´Zacamulpa´, dos comunidades también ubicadas en Atotonilco de Tula y en las que muchas personas viven del ´huachicol´; ahí, se buscará rehabilitar un campo de futbol. De igual forma, la Fundación Vinte ha realizado cursos para padres, talleres para la elaboración de jabones, entre otras actividades. Bajo este panorama, el objetivo de la Fundación Vinte es muy similar a lo que ocurre con una piedra que choca con el agua: generar un efecto que vaya creciendo lo más que se pueda, para impactar a un mayor número de personas y así contribuir a la consolidación de una mejor sociedad. Así, para lo que resta de 2023 pretende captar recursos y sumar más proyectos que permitan más impacto social. "Algo que buscamos es mejorar la calidad de vida de las personas y cambiar la mentalidad de las comunidades. Cuando le das un sentido de pertenencia a las personas eso cambia mucho su vida y su forma de conectarse con otras personas. Sí se logra un cambio de conciencia. Sí tenemos la perspectiva de lograr algo más grande", dice Carlos Alberto Cadena Ortiz de Montellano. Vinte, en conclusión, no se concibe como una desarrolladora de vivienda sino como una empresa generadora de impacto social positivo para sus clientes y, también, para su alrededor. "Lo que hacemos en la Fundación Vinte es algo transformador, que se puede implementar muy rápido y que se sobrepone a fenómenos muy complicados. Ayudamos a darle nueva vida a espacios y la comunidad se acostumbra a lo constructivo. Una vez que eso sucede en una comunidad ya no hay vuelta atrás. Es un área de convivencia positiva que ya nadie quiere soltar", concluye Carlos Alberto Cadena Ortiz de Montellano.