La supuesta colección de peluches del príncipe Andrés ha dado mucho que hablar a lo largo de los años y es uno de los secretos peor guardados entre el personal del palacio de Buckingham y el Royal Lodge, donde se encuentra su residencia oficial.
Una de las antiguas doncellas de palacio, Charlotte Briggs, tuvo la oportunidad de conocer muy bien las rutinas de Andrés durante el tiempo que ocupó ese cargo y fue una de las encargadas de 'cuidar' de sus peluches.
"Me informaron sobre ellos en cuanto me dieron el trabajo, y me dejaron muy claro qué era lo que debía hacer. Incluso dedicaron todo un día a entrenarme, para que todos estuvieran colocados como él quería. Todo tenía que estar perfecto. Era algo muy raro", ha recordado ella en declaraciones al periódico The Sun.
Cada oso de peluche tenía su propio lugar asignado sobre la cama con dosel, donde se les colocaba por filas -los más grandes en la parte posterior y los más pequeños en la delantera-, y llegada la noche había que recolocarlos en otra parte de la habitación para que el duque de York pudiera acostarse.
Los de menor tamaño se guardaban en una chimenea que no se usaba, también siguiendo un orden específico para que "quedaran bonitos", y el resto se colocaban en el suelo a los pies de la cama. Solo los dos favoritos del príncipe Andrés ocupaban un lugar de honor sentados en dos tronos de caoba a los lados de la cabecera.
"Eran ositos muy antiguos, de la marca Steiff, y casi todos iban vestidos con uniformes y sombreros de marineros. Tardaba media hora en colocarlos todos, y es el trabajo más raro por el que me hagan pagado nunca", ha añadido ella.
Aunque Charlotte renunció a su puesto en 1997, los rumores aseguran que el hijo de Isabel II sigue cuidando con mucho mimo de su colección de muñecos de trapo, aunque en los últimos años se habría reducido considerablemente.