"Mi papá no me reconoce, dice que no soy su hijo. Y, según dice la gente, yo soy quien más se parece a él. Su mamá, mi abuela, nunca quiso conocerme, pero ahora, alguien le dijo que soy bueno en matemáticas, y ya me mandó a decir que quiere que vaya a visitarla.
Pero a mí ya no me interesa", dice un alumno a sus compañeros que lo rodean y escuchan atentos. Yo hago como que no escucho y finjo concentración en la revisión de los trabajos. Pero pienso: "!Ah, bendito conocimiento!, como doblegas las malas voluntades".
IILlamaron a mi alumno a la dirección, él es un niño alegre, tenía cinco años cuando sus padres se separaron, él y sus dos hermanos se quedaron con su papá. Su padre es participativo en asuntos de la escuela y se me hace raro el niño haya sido convocado.
Cuando volvió le pregunté qué había pasado. "Vino mi mamá", me dijo. Yo no pude evitar mi alegría. "¿Te dio gusto?", pregunté. "No, sólo estaba muy nervioso", dice con gesto de molesta indiferencia y añade: " Mi padre se va a enojar, va a venir a reclamarle a usted". "Acá lo esperaremos", le dije.
IIIA punto de salir, con el calor tropical encima, me ataca la sed. Una alumna de primera fila tiene aún lleno el termo de su "quebeber". "Regálame", le digo, acepta. Lleno mi vaso de un líquido rojizo que, me dice mi alumna generosa, es Tang de fresa.
Lo tomo y lo disfruto, me recuerda al Culeid de fresa que mi madre hacía y era una delicia, se lo digo. Ella, con sonrisa esplendente, asiente y me dice: "Mi abuela aún lo hace y sabe bien rico". El timbre suena y, presurosos, se van a casa.
PENSIÓN GRACIOSACuando la puerta del salón se abrió para dar paso al gobernador todos los funcionarios se pusieron de pie. Sólo se sentaron después de que éste, con ademán imperativo, los invitó a hacerlo. Sin protocolo alguno, el mandatario preguntó si alguien sabía quién era el Almirante Achirica.
Es un loco, sí, un loco al que los estudiantes del Instituto Juárez toman de burla, es solo un tonto, dijo el gabinete en pleno.
Algunos aseguran que, como pago a su audacia e inteligencia, el mandatario otorgó una Pensión Graciosa al valeroso almirante. Otros, los más, aseveran que no hubo tal, que esas pensiones son para los alcahuetes y lambiscones. La verdad se la llevó el Grande Almirante a su tumba.