“Soy muy positiva, tengo muchos deseos de vivir”, me dijo a sus 90 años. Apenas el 24 de abril de 2022 cumplió 91 años. El sábado reciente nos enteramos de su fallecimiento. Se presentaba a sí misma en sus libros de memorias, dejó tres publicados: “Soy Olga Dolores Calles Broca. Nací un 24 de abril de 1931 bajo el signo de Tauro en la calle Narciso Sáenz número 21, en Villahermosa, Tabasco. Mis padres: Alipio Calles Córtes y María Dolores Broca Ruiz; él, del municipio de Huimanguillo, ella de Cárdenas, Tabasco”.
Cuando cumplió 90 años, admiramos su lucidez envidiable y una alegría contagiosa. “Soy muy positiva, tengo muchos deseos de vivir”, dice Loly Calles, como es ampliamente conocida. Escribí de aquel encuentro; “no sólo lleva a cuestas nueve décadas, sino también una victoria contra el cáncer, una operación de fémur y tres libros publicados. Pero hay algo que aprecia por sobre todo: los recuerdos y la amistad”.
Transcribo parte de lo publicado ahora en homenaje de quien dejó el testimonio personal y colectivo. Una dama que como escribió su sobrino Jorge Alberto Calles Santillana: en sus libros “nos proporciona a todos un entendimiento de la diversidad de aspiraciones. Esperanzas, anhelos, afectos, solidaridades y eventos chuscos de que está compuesta nuestra cotidianidad”
SU ÚLTIMO LIBRO
Doña Loly nos habló con emoción de sus grandes amigas como Olga Dolores García Olivera, ya fallecida –“somos del mismo mes y año, y nos llamamos igual”-; Gabriela Gutiérrez Lomasto –“inolvidable”-; Bertha Ferrer –“extraordinaria”-, y las que aún viven como Becha Tapia, que también tiene 90 años y Nelly Concha, de 92. También Nelly Tirado de 90 años…
Viene de una familia muy longeva, aunque dice que su hermano Jorge Calles Broca “no estaba tan grande cuando falleció, apenas tenía 86 años”; su madre “digo que murió joven, de 78, y mi papá que llegó a los 82 años”.
El fin de semana de abril de 2021, justo en su cumpleaños, repartió el tercer volumen que titula “3,500 pasos”.
“Es mi último libro. Son recuerdos de familia, de conocidos, cosas que sucedieron, nada imaginario”, aclara. Su pasión por la escritura surgió de sus largas caminatas en el Parque Tabasco, de ahí el título de “3,500 pasos” para los tres volúmenes publicados hasta ahora.
EL RECUERDO ANDANTE
“Soy muy amiguera, me encanta platicar, tener contacto con la gente. Siempre llamo a las personas para saber cómo están. Así toda mi vida. Nací en la calle de Sáenz, número 25, cerquita del Correo aquí en Villahermosa. Allí crecí, me crié, me casé y me fui a un rancho de Jalapa, Tabasco, como unos cuatro años”.
“Antes nos comunicábamos por carta. Qué alegría recibir un texto manuscrito. Más todavía los que me enviaba mi esposo César Fernández Sastré desde su rancho en Jalapa con un propio que navegaba en el río de don Marcial Gil, iba y venía el hombre. Mi esposo mandaba cartitas de amor y yo le escribía otro propio. Así era entonces”.
Sonríe y suspira. “He vivido todas las épocas. Desde que Villahermosa era un pueblón, con un centrito y lo demás eran montazales. En las noches, en la calle de Sáenz, alguien sacaba su silla, venían otros y se hacía una reunión, hasta las diez de la noche con el fresco que venía del río, porque no había tanta construcción como ahorita”.
(….)
Viéndola, aún en su silla de ruedas –publicamos hace un año-, difícil imaginar a Doña Loly quieta. Ya no camina pero escribe, es su manera de seguir andando. “Hay que hacer historia, hay que hacer memoria”. Esta vez ha emprendido otra larga y seguramente fructífera caminata, como bien comentó María de los Ángeles Coria, que fue quien me la presentó.
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