Draya Madú es autodidacta. Convencida que el aprendizaje nunca acaba, pinta murales para contribuir también al conocimiento del arte de quienes no entran a los museos. “La gente sencilla se restringe –dice-, por eso hay que llevar la cultura a los lugares públicos, hacerla accesible”.
Originaria de Telchac Puerto, un pequeño poblado de pescadores en Yucatán, esta joven muralista, cree en el arte con causa. Sus coloridas obras son un reclamo en defensa del agua, del planeta, de las culturas originarias, en contra de la violencia de género. Son también de la celebración de la vida.
Recientemente participó en el Cuarto Encuentro Internacional de Muralismo celebrado en Chinácota, Colombia, organizado por Diego Barajas. Con el lema de “Por el agua de nuestros pueblos”, artistas del país sede, así como de Argentina, Venezuela, Perú y El Salvador, inundaron de imaginativas pinturas las paredes de la comunidad.
Draya Madú acudió en representación de México tras aplicar en una convocatoria para la que fue seleccionada. Con sólo 7 años dedicada a la pintura de murales de manera profesional Draya Madú es ya un talento reconocido.
“Empecé a pintar hace unos veinte años, pero lo hacía más bien como pasatiempo, por gusto. Ahora ya tengo trabajos realizados en Yucatán, Campeche, Oaxaca, Hidalgo, en la Casa de la Cultura de Tepito, en la Ciudad de México”.
A nivel internacional, aparte del encuentro en Colombia, ha estado en Perú, también en un festival organizado por Sea Walls; participa del movimiento denominado “Artivismo”, que promueve un arte con contenido social y político explícito.
Refiere con entusiasmo el impacto que le causan las obras a la intemperie de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, los gigantes del muralismo mexicano.
“Para mí –sostiene- la finalidad es comunicar, llegar a las a las grandes masas". Un lienzo es un espacio más privado, más restringido.