Conoce a cerca del Mictlán, leyenda que dio vida al Día de Muertos

Es importante conocer la historia y antiguas tradiciones que dieron pie a ritos más modernos

Se acerca Día de Muertos, son dos días en los que los mexicanos recuerdan a sus seres queridos mediante diversos ritos y ofrendas, las cuales contienen elementos antiguos y coloniales.

La leyenda del Mictlán dio vida al Día de Muertos y para comprender la muerte y el Mictlán, es preciso entender la cosmovisión de los mexicas. Los mexicas tenían una concepción dual y cíclica del mundo. Para este antiguo pueblo, la vida sé regia por pares opuestos: vida y muerte, hombre y mujer, frío y calor, noche y día, entre otros. Según explican diversos historiadores, para los mexicas “la muerte significaba la desagregación y dispersión de los componentes del ser humano”. Es decir, era una transformación y parte de un proceso cíclico.


El reconocido arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma señala que: “Los mexicas pensaban que  Tlaltecuhtli, diosa de la tierra, devoraba y paría a los cadáveres para que, los individuos muertos, renacieran a una ‘nueva vida’ en la que podrían continuar su tránsito hasta llegar al lugar que les correspondía según la causa de su muerte”.

Para los mexicas la muerte era un proceso que duraba cuatro años, el mismo tiempo que un cuerpo tarda en desintegrarse hasta quedar solo el esqueleto. Durante este largo período de tiempo, los difuntos tenían que cruzar nueve casas o habitaciones hasta llegar a su destino final.

El Día de Muertos se ha convertido en un símbolo nacional, señaló Andrés Medina Hernández, investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas. El Mictlán es una creencia sobre el lugar donde van los muertos. Por ejemplo, los que morían ahogados se iban al Tlalocan con el dios Tláloc.

Otra historia narraba que para llegar al Mictlán, añadió, las almas llegaban a un río donde sólo podían cruzar con un perro pardo –ni blanco ni negro–, y así ingresaban a otra dimensión.

Se trata de un camino que se ensancha poco a poco hasta desaparecer. “No hay muerte real sino una sensación de avanzar, luego se desaparece y se entra en una totalidad impersonal”.

La muerte no es súbita, es una transformación gradual hasta desaparecer, cuando se esfuma de la memoria de sus descendientes. Esta idea proviene del siglo XVI y pertenece más a la nobleza. Más tarde este discurso se enriquece con la Revolución Mexicana y comienza una recuperación de esa tradición. De hecho, Diego Rivera inventa la Catrina con su mural del Museo del Prado y difunde la obra de José Guadalupe Posada.

En la actualidad hay dos tipos de celebraciones: la impulsada por el gobierno que nos remite al Mictlán y a esas estructuras con calaveras y la de los pueblos modernos, quienes establecen ofrendas en sus hogares, con niveles de piso. Ambas son muy distintas pero articuladas en la cosmovisión mesoamericana.

Ayaotekatl, perteneciente a una de las siete tribus mexicas sobrevivientes en México (las otras son xochimilcas, chalcas, culhuas, tlalhuicas, tlaxcaltecas y mexicas) festeja el día de muertos con altares llenos de fruta, comida, pulque y hasta quesadillas, es decir, todo aquello que les gustaba a sus seres queridos. “Además lo celebramos con bailes tradicionales como la danza azteca, donde los señores se conectan con el universo”.

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