Trasplante de hígado aumenta sobrevida y calidad de vida

El primer trasplante de hígado que se realizó en el Centro Médico Nacional La Raza data de 1996

Incrementar la sobrevida y la calidad de vida de pacientes con padecimientos hepáticos es el objetivo principal del trasplante de hígado que se realiza en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Por ello, es importante realizarse anualmente una evaluación general, para que el médico valore los exámenes de laboratorio e identifique si el derechohabiente tiene alteraciones en la función hepática, informó la doctora Belinda Martínez Saldívar, especialista adscrita al programa de trasplante hepático del Hospital General del Centro Médico Nacional “La Raza”.

Señaló que si el paciente tiene antecedentes de transfusión antes de 1980, debemos buscar virus de infección por hepatitis C para dar tratamiento; si tiene vida sexual activa sin protección, buscar virus de hepatitis B, o si hay antecedentes de familiares con enfermedades autoinmunes.

Es necesario buscar si alguno afecta al hígado, porque además los padecimientos en este órgano no presentan síntomas sino hasta que ya avanzaron, indicó.

La especialista en hepatología del Seguro Social subrayó que cuando un paciente cirrótico sufre la primera descompensación, se deben realizar estudios bioquímicos, de imagen y endoscópicos para determinar si es candidato a trasplante.

Esa descompensación, dijo, se puede manifestar con vómito de sangre de origen variceal (ruptura de varices esofágicas), incremento del perímetro abdominal por la acumulación anormal de líquido (ascitis) o con la presencia de alteraciones neurológicas (encefalopatía).

El hígado, destacó la doctora Martínez Saldívar, es un órgano complejo, que por ejemplo, ante una agresión como un cuadro de hepatitis aguda, se puede regenerar sin quedar secuelas.

Sin embargo, resaltó, el hígado cirrótico no se regenera porque se trata de un proceso crónico, en el que el paciente ya tiene de 20 a 30 años con la enfermedad, por lo que es imposible que regrese a su forma y función normales.

Subrayó que el trasplante hepático es importante, porque en México las enfermedades del hígado están dentro de las cinco principales causas de muerte en personas en edad productiva, es decir, entre los 40 y los 60 años de edad.

La principal indicación para trasplante hepático es la cirrosis sin embargo otra de las indicaciones es la falla hepática aguda, en la que el hígado de una persona sin antecedentes de enfermedad hepática deja de funcionar de manera súbita. Este padecimiento está asociado a procesos virales o tóxicos, y requiere de un trasplante urgente, a lo que se considera urgencia nacional.

Los criterios para seleccionar a los candidatos a trasplante de hígado son clínicos y bioquímicos, y se aplican de manera objetiva para que quien lo necesita, reciba este beneficio después de estar en la lista de espera

Para ello se utilizan sistemas de puntuación (MELD) y clasificaciones como la del Child Pugh, las cuales tienen como objetivo determinar de manera objetiva el momento adecuado para la inclusión a la lista de espera y al momento del trasplante hepático, de tal manera que éste se efectué en el paciente que lo necesita utilizando un recurso que es escaso y logre incrementar la sobrevida del paciente.

La hepatóloga Belinda Martínez Saldívar indicó que posterior al trasplante de hígado, hay una sobrevida de 85 por ciento posterior a trasplante en nuestro centro.

En estos momentos hay pacientes trasplantados de más de 70 años de edad, con una cirugía que se les practicó hace 20 años.

El primer trasplante de hígado que se realizó en el Centro Médico Nacional La Raza data de 1996, y en los últimos cinco años en el Instituto Mexicano del Seguro Social se han realizado 73 intervenciones de este tipo.

El hígado, explicó, participa en la síntesis de ciertas proteínas vitales para el organismo.

Ahí se produce el factor de la coagulación, interviene en el metabolismo de los carbohidratos, en el metabolismo de los lípidos; favorece a la producción de la bilis, fundamental en la digestión de las grasas en el intestino. Se almacenan ciertas vitaminas, como A, B, E, D y ciertos minerales como el hierro y el cobre.

También favorece a la desintoxicación de ciertas sustancias que el organismo no necesita; participa en la producción con ciertas células que intervienen en el sistema inmune y almacena la glucosa.