Se preguntó a los participantes sobre sus patrones de sueño, salud mental y bienestar, y participaron en una serie de pruebas cognitivas. Se disponía de imágenes cerebrales y datos genéticos de casi 40 mil participantes en el estudio.
Al analizar estos datos, el equipo de investigadores de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y la Universidad de Fudan (China) descubrió que tanto la duración insuficiente como la excesiva del sueño se asociaban con el deterioro del rendimiento cognitivo, como la velocidad de procesamiento, la atención visual, la memoria y la capacidad para resolver problemas.
Siete horas de sueño por noche era la cantidad óptima para el rendimiento cognitivo, pero también para una buena salud mental, ya que las personas experimentaban más síntomas de ansiedad y depresión y un peor bienestar general si decían dormir más o menos tiempo. Hay que recordar que dormir poco o demasiado poco se asocia con un peor rendimiento cognitivo y salud mental.
Los investigadores afirman que una de las posibles razones de la relación entre el sueño insuficiente y el deterioro cognitivo puede deberse a la interrupción del sueño de ondas lentas –“profundo”–. Se ha demostrado que la interrupción de este tipo de sueño está estrechamente relacionada con la consolidación de la memoria y con la acumulación de amiloide, una proteína clave que, cuando se pliega mal, puede causar los “ovillos” (confusiones) en el cerebro característicos de algunas formas de demencia. Además, la falta de sueño puede dificultar la capacidad del cerebro para deshacerse de las toxinas.
Dormir siete horas seguidas cada noche, sin demasiada fluctuación en la duración, también era importante para el rendimiento cognitivo y la buena salud mental y el bienestar.
Estudios anteriores también han demostrado que los patrones de sueño interrumpido se asocian con un aumento de la inflamación, lo que indica una susceptibilidad a las enfermedades relacionadas con la edad en las personas mayores.