Varios estudios científicos determinan que el canto de los pájaros está cambiando en cantidad, diversidad y complejidad. Los resultados no son nada halagüeños, los cambios detectados subrayan que el piar de los pájaros está experimentando un declive alarmante, debido a muchas cuestiones y todas relacionadas con los hábitos e interferencias generadas por los seres humanos en el hábitat de las aves.
Muchas especies que se incorporaban a la “sinfonía” de las aves han desaparecido y casi se han erradicado durante la última década, y otras han disminuido su colonia. Por lo que el hábitat ha cambiado de forma radical. La convivencia e interacciones de los pájaros se han modificado y ahora el sonido que antes era un constante piar ha quedado enmudecido, y cuando no: los cantos son más leves y monótonos.
Motivos por los que los pájaros ya no cantan
Una de las condiciones indispensables para que las aves canten es percibir que su sonido va a ser propagado con cierta facilidad. Los pájaros no pueden imprimir mucha energía en su canto, pues la necesitan para sobrevivir y ocuparse de cuestiones más importantes (conseguir comida, aparearse, protegerse). Por tanto las aves siempre eligen momentos y lugares para cantar en los que exista el silencio y las condiciones climatológicas vayan a favor.
El primer impedimento para que el canto de las aves haya desaparecido de las ciudades es el nivel de ruido que existe en las urbes actuales, muy por encima de los máximos permitidos por ellos. Esto dio como consecuencia una situación muy interesante a raíz del confinamiento por el COVID-19 de marzo de 2020: los pájaros empezaron a escucharse de nuevo. Este experimento involuntario se ha documentado y permite evidenciar que la actividad del ser humano impide que el ambiente en el que se desenvuelven los animales urbanos pueda desarrollarse y convivir sin interferencias. Cuando el confinamiento cesó, los pájaros volvieron a quedarse mudos.