¿Por qué perdemos el gusto y el olfato con COVID y cómo recuperarlo?

Quienes hemos atravesado por COVID nos hacemos conscientes de la fiesta que regalan los sentidos al ánimo y la salud, al cuerpo

Quienes hemos atravesado por COVID nos hacemos conscientes de la fiesta que regalan los sentidos al ánimo y la salud, al cuerpo.

La neuróloga Paola Guraieb explicó que es porque nuestra capacidad olfatoria incluye unos 3 mil olores, mientras la gustativa es mucho menor. “Si dejas de oler, las alteraciones en el gusto serán predominantes. Lo que sucede es que el virus tiene una alta replicabilidad en el pulmón, en el cerebro, en la sangre y en la nariz. Por eso es común que se merme la olfacción”. Y está claro: sin olfato, perdemos el gusto

La doctora Flor Luna, especialista en urgencias médico-quirúrgicas y consultora sobre Salud Ocupacional en empresas trasnacionales, afirma que existe una constante de 53 por ciento en la alteración del olfato, mientras que en el gusto es de 52 por ciento. “Uno de cada cinco pacientes con coronavirus presenta estas alteraciones como primer síntoma de la enfermedad. Aún no se tiene claro si la prevalencia es distinta con otra cepa”, afirma. 

En la lengua, el techo de la boca y en la garganta se encuentran las células gustativas, unas pequeñas partículas dentro de las papilas gustativas que se cuentan en 10 mil cuando nacemos y que se van perdiendo a partir de los cincuenta años. Probar un mole, por ejemplo, con ageusia (incapacidad de detectar sabores en los alimentos) es llevar a la boca una salsa sedosa y caliente pero desprovista de alma. Con el tiempo –aunado a una dosis de paciencia y amor a mi proceso de sanación– aprendí a valorar las texturas, las temperaturas, las sensaciones que un alimento dejaba a su paso por la boca. 

¿Cómo recuperar los sentidos?

Las estrategias de tratamiento en las alteraciones del olfato dependen si se trata de una pérdida total (anosmia) o parcial (hiposmia) del sentido. “En el caso de que la pérdida sea permanente, está indicado el entrenamiento olfatorio”, confirma la doctora Luna. 

La solución está en poner a trabajar nuestra nariz y nuestra lengua; entrenarlas, pues. “Como sucedería en un entrenamiento físico, esta técnica consiste en exponer a los pacientes a diferentes olores concentrados en recipientes individuales a diario y durante el tiempo indicado por el especialista”, afirma la doctora Luna. 

Ella nos da el consejo de realizar el olfateo deliberado diariamente por tres meses. Necesitarás limón, una rosa o un caballito con agua de rosas, algún alimento ahumado, un caballito de vinagre, un caballito de anís y aceite de eucalipto. Practica oler durante 20 segundos cada uno de estos aromas dos veces al día. 

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