Dolor de cabeza, fiebre, cansancio, molestias en el brazo… Estos son algunos de los efectos secundarios más comunes generados por las vacunas contra el coronavirus y que han comunicado a Atención Primaria “una minoría” de los españoles que han recibido hasta ahora al menos una dosis. En la intensidad de la reacción tiene mucho que ver la juventud y su sistema inmunitario.
“Se han producido más notificaciones por parte de gente joven y eso tiene una razón de ser: los jóvenes tienen un sistema inmune más potente y al recibir la vacuna la estimulación es más intensa que en los mayores, por lo que los efectos secundarios son más evidentes”, explica a EFE salud el portavoz del Grupo de Vacunas de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC), el doctor Pablo Aldaz.
El tercer informe de Farmacovigilancia, que realiza un órgano integrado por los Centros Autonómicos de Farmacovigilancia y coordinado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, refleja que hasta el 21 de febrero se administraron 3.058.776 dosis de vacunas: el 92% de Pfizer, el 4% de Moderna y otro 4% de AstraZeneca.
En ese periodo se registraron un total de 6.266 notificaciones de acontecimientos adversos, lo que correspondería a 205 notificaciones por cada 100.000 dosis administradas.
“Es muy poco lo que se notifica sobre efectos adversos en relación al volumen de vacunas que estamos poniendo”, asegura el doctor, también director de un centro de salud en Pamplona.
Según este médico de Atención Primaria, de los que han comunicado esos síntomas generales (fiebre, cansancio, dolor de cabeza…), un 40% recibieron las vacunas de Pfizer y Moderna (destinadas a mayores y personal sanitario de primera fila) y más del 80% las de AstraZeneca (para profesionales esenciales en ese momento menores de 55 años).
El especialista explica que una de las razones por las que hay más efectos adversos comunicados en relación al preparado de AstraZeneca es que, precisamente, lo reciben personas más jóvenes cuyo sistema inmune reacciona de forma más intensa. Los muy mayores sufren el efecto de inmunosenescencia o debilitamiento de su capacidad de defensa.