Muchas veces recurrimos a los productos enlatados porque duran más y pueden pasar meses guardados en la alacena sin problema alguno. También son una opción práctica para preparar algunas comidas. Sin embargo, seguramente has escuchado en alguna ocasión que jamás debes consumir el contenido de una lata abollada. ¿Por qué, qué pasa?
Cuando meten alimentos a las latas, llevan un proceso en el que son selladas herméticamente al vacío y las esterilizan para que el producto sea seguro para su consumo. Por desgracia, hay ocasiones en las que todas estas medidas se alteran por fallas al envasar o porque durante el transporte las latas son golpeadas o abolladas.
Cómo saber que esa lata de conservas no es segura
Cuando una lata tiene rotura en la hermeticidad, puede haber deterioro en su contenido a causa de los microorganismos. En los casos más delicados, puede haber riesgo a causa de la toxina botulínica. Por eso es importante prestar atención a los productos al momento de comprarlos y en caso de que estén dañados, mejor no los tomes.
Abolladuras e intoxicación
Las latas golpeadas y con abolladuras, exponen a los alimentos, pero también hay que considerar el riesgo que ocasiona la lata en sí. El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) señala que las abolladuras pueden ocasionar puntos afilados que pueden dañar tu piel. Janell Goodwin, especialista del Servicio de Inspección y Seguridad Alimentaria del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos señala: “nunca compres o uses latas que estén abultadas, abolladas, con fuga u oxidadas”. El Departamento de Agricultura considera cuando se puede meter el dedo dentro.