Los colores pastel son una de las tendencias de decoración de la temporada. Estos tonos dulces, envolventes y llenos de personalidad vuelven a casa con el buen tiempo, dispuestos a no dejarse arrinconar y mostrando todo su potencial decorativo. Auténticos protagonistas en los años 60, reaparecieron a la escena ‘deco’ con el triunfo del estilo escandinavo hace casi una década. Infinitamente tiernas y a menudo vinculadas a la dulzura de la infancia, las tonalidades pastel han persistido en interiores contemporáneos, incluso cuando la estética nórdica ha perdido parte de su brillo. Versiones en rosa empolvado, verde salvia, azul cielo o grisáceo y amarillo pajizo despliegan sus encantos en muebles, complementos, pintura y papel pintado.
De paredes a muebles y complementos. Aunque no se trate de una paleta atrevida, sí define la decoración de la casa. Por eso, debes pensar bien cómo y dónde usarla. Puedes pintar las paredes y envolver toda la estancia con su encanto, introducir alguna de las piezas principales en alguno de estos tonos o aderezar tus interiores con pequeñas pinceladas a través de complementos y accesorios.
Contrastes que funcionan. Esta nueva invasión de los colores pastel tiene un nuevo matiz: les gusta el contraste y buscan espectaculares efectos visuales. Para conseguirlos, se alejan de sus tonos amigos y vecinos y se emparejan con otros con los que no suelen tener mucho en común. Piensa en negros, grises antracitas e, incluso, blancos puros. El resultado de su atrevimiento es un conjunto personal, dinámico y, en ocasiones, dramático, que mantiene, sin embargo, su dulzura innata.
En versión femenina. Si hay una decoración en la que los tonos pasteles se sienten como pez en el agua es en la femenina. No solo son capaces de integrarse sin problemas, sino que, además, potencian todas las virtudes de este estilo y realzan las formas curvas que caracterizan este tipo de espacios.